8.05.2013

RLM (8): Lo que Bilbo Bolsón detesta tanto

Libro: El Hobbit
Autor: J. R. R. Tolkien
Nombre de la canción: No mencionada -es espontánea-
Intérpretes: Los enanos
Extracto:
En seguida los doce enanos —no Thorin, él era demasiado importante, y se quedó charlando con Gandalf— se incorporaron de un salto, e hicieron enormes pilas con todas las cosas. Allá se fueron, sin esperar por las bandejas, llevando en equilibrio en una mano las columnas de platos, cada una de ellas con una botella encima, mientras el hobbit corría detrás casi dando chillidos de miedo: —¡Por favor, cuidado! —y— ¡Por favor, no se molesten! Yo me las arreglo —. Pero los enanos no le hicieron caso y se pusieron a cantar:
¡Desportillad los vasos y destrozad los platos!
¡Embotad los cuchillos, doblad los tenedores!
¡Esto es lo que Bilbo Bolsón detesta tanto!
¡Estrellad las botellas y quemad los tapones!
¡Desgarrad el mantel, pisotead la manteca,
y derramad la leche en la despensa!
¡Echad los huesos en la alfombra del cuarto!
¡Salpicad de vino todas las puertas!
¡Vaciad los cacharros en un caldero hirviente;
hacedlos trizas, a barrotazos;
y cuando terminéis, si aún algo queda entero,
echadlo a rodar pasillo abajo!
¡Esto es lo que Bilbo Bolsón detesta tanto!
¡De modo que cuidado! ¡Cuidado con los platos!

Video: En el filme


AL (9): Llueve sobre Bilbo Bolsón

Libro: El hobbit
Autor: J. R. R. Tolkien
Fragmento:
—Pensar que pronto llegará junio —mascullaba Bilbo, mientras avanzaba chapoteando detrás de los otros por un sendero enlodado. La hora del té ya había quedado atrás; la lluvia caía a cántaros, y así había sido todo el día; el capuchón le goteaba en los ojos; tenía la capa empapada; el poney cansado tropezaba con
las piedras; los otros estaban demasiado enfurruñados para charlar.
—Estoy seguro que la lluvia se ha colado hasta las ropas secas y las bolsas de comida —gruñó Bilbo—. Malditos sean los saqueadores y todo lo que se relacione con ellos! Cómo quisiera estar en mi confortable agujero, al amor de la lumbre, y con la marmita que ha empezado a silbar. —¡No fue la última vez que tuvo este deseo!