9.28.2014

Incertidumbre, cuando conocí a la muerte

El mundo que me rodea no es el que conozco: pacífico, ordinario y sin incidentes. Está de cabeza. O quizá yo lo estoy. La verdad no lo sé. Desconozco qué es real y qué no.
Escucho voces y el sonido conocido de una ambulancia. Un hombre mayor se acerca a mí y toma mi mano. Apenas puedo sentir el contacto tibio de su piel. Ni siquiera logro enfocar su rostro. No puedo ver su expresión, pero sé que está preocupado. Su voz me lo ha dicho.
–Aguanta –susurra. –No te vayas, hija. No te vayas.
Me pregunto por qué me ha llamado “hija”. No nos conocemos.
Quiero decirle que no tengo intención de marcharme. Quiero quedarme. Aun me quedan muchas cosas por hacer y decir.
–Mírame –exige. Trato de hacerlo.
No puedo. La oscuridad se expande y el miedo se incrementa.
Dios, por favor.
Pero Dios no responde. Dios no está aquí. Quizá nunca lo estuvo.
–Qué…de…se… –alcanzo a susurrar. Sé que he hablado, aunque no reconozco mi voz. Sueno cansada y adolorida, aunque no siento nada.
Aprieto la mano del hombre y él me devuelve el gesto. No quiero estar sola. No quiero morir sola.
Tengo miedo. No se vaya. Por favor, no se vaya.
Esto no puede pasar. No puedo perder mi vida. Siento que me ahogo en un cielo oscuro, un agujero negro. Trato de tomar aire, lo intento una y otra vez pero no puedo… La oscuridad empieza a tragarme y floto en ella suavemente.
¿Esto es morir? No duele físicamente. Es casi relajante, excepto por la incertidumbre de no saber qué pasará conmigo.

9.25.2014

Sorteo panda

Entrada express porque estoy en el trabajo y no debería estar haciendo esto.

Me uno al sorteo que Pandas can read está organizando, para conocerlo, clic aquí.

Image and video hosting by TinyPic

Y el pandita está rete-chuli, además.

De enamoramientos precipitados

La primera vez, no lo vi realmente y solo le sonreí por cortesía.
La segunda, le deseé un buen día.
La tercera, respondí su pregunta y le hice una.
La cuarta, me reí de una de sus bromas.
La quinta, sexta y séptima hablé mucho con él.
La octava,  pensé que era lindo.
La novena vez,  sentí algo en todo mi cuerpo.
La décima, lo vi partir con alguien más.
La undécima, intenté no llorar.

Porque me pasan estas cosas...

9.06.2014

El guardián emplumado

The Gate Keeper

Dicen que a medianoche, el guardián extiende sus brazos y sacude sus hombros. Las plumas empiezan a nacer, una tras otra, a una velocidad increíble; su cuerpo humano se consume y da paso a uno más pequeño, de apariencia frágil. Que no te engañe su tamaño ni su mirada perdida. El guardián emplumado observa atento, busca en la oscuridad, las almas perdidas de aquellos que no han encontrado el camino al más allá. Cuando las halla, alza el vuelo y viaja a través de mundos para conducirlas a donde pertenecen.
Durante los primeros rayos de sol, el guardián vuelve a su forma natural, la del hombre viejo y de cabello encanecido, la del hombre al que todos ignoran.
Pero el guardián está siempre observando. 


Fotografía de Alex Saberi