4.20.2019

Cartas de amor para engrandecer tu corazón

Estimado Sr. X:

Recomiendo ampliamente la escritura de cartas. Es liberador. Hay ciertas cosas que no podemos decir cuando hablamos, formas de reflexionar, cosas y sentimientos qué describir. Es un mundo completamente distinto que te permite expresarte de una manera única. Desafortunadamente muchas personas ya no escriben cartas y eso me entristece un montón. ¡Se están perdiendo las buenas costumbres! Qué indignada me siento cuando me percato de que la mayoría son presos de los mensajes de texto y las llamadas, cuando las palabras pueden fluir desde tu cerebro, a través de tu mano, hacia el papel y decir mucho más. Me entristece no recibir cartas. Y por eso las pido. Si quieres algo, tienes que pedirlo. Tal vez lo obtengas, tal vez no. Y por ello agradezco mucho que me hayas escrito una.

Pero no estamos aquí para hablar sobre esas cosas. Solo era importante decirlas porque, a decir verdad, llevo muchos años escribiendo cartas. Le he escrito a personajes literarios, personas desconocidas y conocidas. Una vez escribí cartas y las dejé abandonadas en un parque, solo porque sí (y porque había mucho drama en mi vida que necesitaba sacar de mí). Después decidí mostrarlas y compartirlas en mi blog, simplemente porque podía y porque las personas a las que les escribía jamás iban a leerlas. Y eso es lo que me ha traído hasta aquí. Hoy, compartiré contigo una combinación de 27 letras, signos de puntuación, pensamientos y sentimientos. He escrito sobre ti porque las palabras me alimentan el alma, tanto como me ayudan a limpiarla. No sé por qué comencé a desarrollar interés en ti. De hecho, no sé cómo carajos ocurrió y cada vez que lo pienso, me causa mucha risa. Esta situación me hace sonreír mucho y de la buena manera.

A veces me pregunto cómo serían las cosas si no hubiese regresado ese día a mi oficina. Estaba en clase y tú hablabas sobre el club de películas, mientras ella estaba detrás de ti y yo seguía la conversación pero no paraba de pensar: tengo clase, tengo que regresar rápido o los alumnos se irán. Y tú no parabas de hablar, entonces me dije que debía poner atención a lo que decías porque era grosero no prestarte atención. No estaría escribiendo esto si no hubiese olvidado los marcadores y el borrador. Regresé a la oficina por ellos. Te asomaste por el marco de la puerta y así comenzó todo… Anotaste tu número en un post it. Era el 1 de Febrero. Me fui a clase, te agregué a Facebook (previamente te había eliminado, no recuerdo el por qué) y lo demás simplemente ocurrió. Me alegro de que haya sido así. No me arrepiento de mis decisiones y acciones, aunque me habría gustado tener más tiempo contigo y hacer más cosas, pero también tengo mis estándares y no los iba a pasar por alto. Así que, sin más despotrique, te dejo la que fue la primera carta que te escribí.

5.22.2018
Al chico que me gusta
No tengo idea de cómo comenzar, así que iré al grano:

Te agradezco infinitamente por haberte aparecido una tarde de miércoles, por inclinarte en el marco de la puerta y comenzar a charlar; después, por hablar de cine, música y de la vida. Te agradezco por no responder los mensajes de texto enseguida y no mentir, por demostrarme que tenías una vida desconocida; te agradezco por compartir tu música conmigo, recomendarme películas, compartir intereses y divertirme de vez en cuando. Te agradezco por la tarde que me regalaste y que me hizo darme cuenta que, eso que se venía asomando de a poco, era real.

Te agradezco por haber llegado de forma inesperada, tan sutilmente.

Te agradezco que hayas llegado así porque, por primera vez en la vida, no caí por las ilusiones mentales que creé de una persona, sino por la persona en sí. Caí por el chico que discutía conmigo sobre feminismo y aborto; por el que me hablaba de leyes y quien investigó los agujeros negros después de haber visto Interestellar.
Yo no quería que esto pasara, pero pasó. Y estoy feliz por ello.

Te agradezco en verdad, porque contigo aprendí a no esperar nada. Aprendí que yo no te cambiaría, que las cosas no se darían como en las películas.

Te agradezco porque nunca había llegado tan lejos con alguien; me ayudaste a cambiar. Aprendí a enfrentar ciertos miedos, aprendí a hacerme escuchar. Cuando pronuncié esas dos palabras, "Me gustas", me superé a mí misma. Y no lo habría podido hacer si no hubieses estado allí.

Así que, aunque las cosas no se han dado, no han fluido, te agradezco por todo, por ser tú y sobretodo, por haberte cruzado en mi camino.
Con cariño siempre,
Ana.


Así que… ¡GRACIAS! Gracias, en verdad, porque aprendí que tener miedo del rechazo es algo estúpido. Se nos ha dicho que todo sentimiento debe ser correspondido y que, si no lo es, has fracasado y mereces sentirte avergonzado. Y las cosas no son así. Hemos venido a este universo para quedarnos solo un momento, somos una pequeñita fracción, somos insignificantes. Y si lo somos, ¿por qué tener miedo? Me cansé de tener miedo y no hacer nada. Por eso que te dije en varias ocasiones que me gustabas. Nunca pude explicártelo bien porque no tuvimos el tiempo y, a decir verdad, tampoco es que lo pueda explicar. Empiezo a enumerar las razones por las que no debería sentir esto, pero no logran ser suficientes, no hacen que deje de sentirlo. Y está bien. No me importa si no me correspondes. No me importa si no te gusto, caray, porque tú me gustas a mí. Y en este pequeño momento de la existencia, me gustas. Y es mi tiempo, mis pensamientos, parte de mí, la que está sintiendo eso. Todos merecemos saber cuándo le gustamos a alguien. Y así, simplemente, es.

4.19.2019

Ana, en busca de la felicidad

El otro día, en una charla casual con unas amigas, me preguntaron cuál ha sido el día más feliz de mi vida. Y no pude contestar. Lo pensé mucho y lo sigo pensando. No creo tener un día completamente feliz, pero sí puedo recordar momentos. 

Momentos llenos de luz que han iluminado esta vida de casi 28 años. Momentos memorables junto a mi familia, mis mascotas, mis amigos e incluso, desconocidos. Podría publicar muchas fotografías de esos momentos, compartir con ustedes cientos de selfies, donde estoy sonriendo y disfrutando de algo o de la compañía de alguien. Podría hablar de todo lo bueno y maravilloso. Carajo, sí quiero hacerlo, pero también quiero compartir con ustedes lo malo. Espero no darme a malentender: no soy ni una persona ni una historia triste, ni planeo solo fijarme en lo negativo, simplemente quiero demostrar que no sentirte bien también está bien.

Todo el tiempo nos dicen, nos muestran, que debemos sonreír. La felicidad se nos muestra como la meta principal en esta vida, en la que al fin nos sentiremos bien y realizados. Cuando sea feliz... Y comenzamos esta tonta búsqueda de la felicidad que no hace más que enfermarnos (a muchos de nosotros), desesperados, intentando hacer de todo y todo para encontrar ese estado pleno que nos fue prometido. Pero, oh, sorpresa, ¿qué pasa si olvidamos los momentos felices y satisfactorios porque estamos buscando una felicidad duradera que probablemente jamás va a llegar?  

No llores, nos dijeron. Reprimimos nuestros sentimientos de pequeños y ahora siendo adultos, mucho más. No muestres sentimientos negativos. Pero esos sentimientos, tuyos, nada ni nadie te los puede arrebatar. Y está bien que sientas enojo, tristeza, decepción, alegría, desinterés y que al rato sientas muchas cosas más. 

Es normal, eres humano después de todo. ¿O no?

4.14.2019

Mis lágrimas están creando un océano

Esta semana me sentí profundamente diferente: con ganas de aislarme, sin querer hacer más que estar acostada, escuchando música y mirando el techo de mi habitación. Quería llorar, mucho. Llorar hasta que se me hincharan los ojos y que no quedara ningún rastro de todo eso que se estaba acumulando en mi ser. Siento el dolor de la tristeza en mí, no solo en mi cuerpo sino en eso intangible que me hace ser yo. 

¿Cuándo me convertí en este ser? No lo sé, creo que nací así. Desde niña fui así. Pero en la adolescencia fui consciente de todo eso y comencé a renegar de lo que sentía porque al parecer no era normal. Tenías que ser como los demás y verte feliz, pero no lo era ni me veía así. Si bien, en palabras de mi madre, no me faltaba nada, pero tampoco me sobraba, no tenía razón alguna para ser infeliz. Y yo era infeliz. 

 Con el tiempo descubrí que podía ocupar palabras para expresarme. Los escritos en este blog, a lo largo de los años, demuestran las fases que he atravesado. Sin embargo, noté que últimamente no escribo nada. Me da mucho miedo escribir. Supongo que me han callado tantas veces que ahora creo que nadie quiere escucharme. No les doy oportunidad de decidir.

También me da miedo no ser lo suficientemente buena, así que mejor procrastino todo el tiempo cuando me digo a mí misma que debo escribir. Tengo tantas ideas y personajes y añoro ese momento en el que tus dedos crean ese sonidito tan satisfactorio en el teclado y sientes que la hsitoria fluye. Tengo tantas cosas en mi mente que quiero compartir pero al final de cuentas termino desperdiciando el tiempo y la oportunidad para hacerlo, me enfoco en el trabajo (comillas al aire) seguro.

Y así llega el fin de semana, y de nuevo otra vez. Aquí vamos, esfuérzate un poco más, tal vez mañana reunas el coraje para sacar todo lo que piensas, para crear universos, atrévete...




4.07.2019

Exhalación, meditación

La mayoría de los científicos estima que el universo se formó hace 13.77 billones de años y la tierra hace 4.54 billones, mientras que los humanos solo han estado en la tierra por menos de 200, 000 años. Si pones esos números en perspectiva y extiendes tus brazos y tu existencia entera fuera representativa a la historia geológica de la tierra, y si después tomaras una lima de uñas y quitaras solo un pedacito del borde de tu uña, habrías borrado toda la historia humana.

Existe una frase de Carl Sagan sobre una foto de la tierra tomada desde la sonda espacial Voyager en su camino al espacio profundo que retoma lo dicho por Kohelet , el Maestro, en el libro antiguo llamado Eclesiastés. Esta es la frase: “Mira de nuevo a ese punto. Eso es aquí. Es nuestra casa. Eso somos nosotros. En ese punto están todos los que amas, todos los que conoces, todos de los que has escuchado hablar, cada ser humano que alguna vez existió, aquellos que vivieron sus vidas. La suma de nuestra alegría y sufrimiento, miles de religiones, ideologías, doctrinas económicas, cada cazador y recolector, cada héroe y cobarde, cada creador y destructor de la civilización, cada rey y campesino, cada pareja enamorada, cada madre y cada padre, niños llenos de esperanza, inventores y exploradores, cada maestro con ética, cada político corrupto, cada superestrella, cada líder supremo, cada santo y pecador en la historia de nuestra especie vivió allí, en una mota de polvo suspendida en un rayo de sol.”

Así que aquí estamos, en ese pálido punto azul. Pequeñas motas de polvo existiendo por un momento. Arrojados a través del espacio y el tiempo, tan solo para brillar por unos momentos. Estos momentos son todo lo que tenemos en esta vida. Trabajamos, reímos, lloramos, hacemos el amor, escribimos libros, construimos imperios, creamos guerras. A menudo tratamos de ignorar el hecho de que estos momentos son temporales. Que todos nuestros imperios y el producto nacional bruto, que nuestro arte y nuestra literatura, que nuestros pantalones de diseñador de trescientos dólares, que todo nuestro conocimiento y tecnología, creatividad y legado será borrado. Todo va a desaparecer en algún punto junto a todo lo demás.

Exhalación, efímera, insignificante. Todo y todos son una exhalación. Están aquí por unos momentos y después, se han ido. Este pensamiento alentador puede ser deprimente o puede ser absolutamente liberador. Podemos seguir el camino que siguen muchos de los que nos rodean e ignorar este hecho, medicándonos y privándonos de nuestros sentimientos para evitar la verdad de nuestra humanidad; o quizá hay otro camino: podemos aceptarla. Podemos reconocer nuestro humilde lugar en este universo. Podemos reconocer la estupidez de la arrogancia humana. Y quizá como resultado, podamos aprender a apreciar y experimentar plenamente los momentos que tenemos como los regalos que son.

Piensa en cuando eras joven. ¿Recuerdas haberte estresado y preocupado sobre cosas que se veían como importantes en el momento? ¿Ahora cómo te sientes sobre esas cosas? Los problemas que sentimos como la vida y la muerte, como cuando los niños no te dejaban jugar con ellos en el receso… ¿Cómo te sientes ahora? ¿Te causa risa? ¿Parece tonto? ¿Entonces por qué te preocupas por el hoy? ¿Crees que realmente es menos tonto que cuando estabas preocupado cuando eras niño? Tu trabajo. Una exhalación. Tu departamento. Una exhalación. Tus gastos escolares. Una exhalación. Todo y todas las personas que amas y por lo que te preocupas, todo es una exhalación.

¿Estás preocupado por ser único o importante? En nuestra sociedad adoramos la individualidad, amamos hablar sobre nuestras huellas digitales y los copos de nieve y cómo cada persona es única. ¿Pero realmente has visto un copo de nieve? Quiero decir, son bastante parecidos. Retrocede un poco, tú eres solamente un ser humano, una mota de polvo en el tiempo y en el espacio, no distinguible de otros 7 billones de motas de polvo danzando a tu alrededor. ¿Cuántos de nuestros momentos en el punto azul pálido los pasamos preocupándonos y estresándonos acerca de las exhalaciones? El Kohelet, el Maestro en Eclesiastés, nos muestra que la vanidad del desgaste humano y la preocupación. Otro Maestro vino y nos enseñó de las exhalaciones así: “Vengan a mí todos ustedes cansados y yo les daré descanso. Pues mi yugo es suave y mi carga es ligera.”

¿Entonces qué es lo que te preocupa? ¿Qué te causa estrés? Porque todo se está yendo a la basura como todo y todos. Es una exhalación, niebla, hubo, efímero. No tiene que ser depresivo, de hecho, puede ser liberador. El final, después de todo, es lo que hace que la vida sea dulce. La Navidad puede ser una época maravillosa y mágica en el año solo porque ocurre una vez. Los padres atesoran los momentos con sus hijos pequeños en casa precisamente porque saben que esos momentos no durarán para siempre. Así que… respira. Reconoce tu fragilidad. Reconoce que las cosas que parecen pesar tanto y son fastidiosas en tu mente ahora, no son nada más que una exhalación. Siente tu respiración. Reconoce tus pulmones manteniéndote con vida sin que tú los hagas funcionar o no. Tu corazón está latiendo. Tus células están trabajando juntas para mantenerte vivo.

Y es mágico y misterioso y hermoso. La vida en el planeta Tierra es un regalo y solo lo sabes hasta que lo sabes. Y luego la realidad te vuela la cabeza. Así que pon tu corazón, no en las cosas que hay, no en el vapor, solo déjalo fluir. Abre tu corazón al Regalo y al Dador. Al misterio. A la belleza. En todo lo que vivimos y nos mueve y nos hace ser nosotros, en lo que mueve a las exhalaciones, en lo que vuelve significativo lo insignificante.