12.02.2019

A veces imagino que soy un robot y que me apago.


¿Acaso no te has cansado de ser tú en algún momento? Esa sensación que me consume, anida dentro de mí y duerme durante mucho tiempo, haciéndome creer que la tengo bajo control, hasta que algo la hace despertar. De pronto, la sensación se vuelve un monstruo que me dice que está harto de vivir ahí dentro, pero que también está harto de lo que verá afuera, de tal manera que no hay opción, no tiene dónde vivir. Y es así como, respiro a respiro, parpadeo a parpadeo, me doy cuenta de lo fácil que sería todo si pudiese ser un robot. 

Entonces imagino que soy uno y estiro mi brazo lleno de cables. Busco el botón al pie de mi cuello y con mi dedo índice, lo bajo. Como si fuera un switch de la vida, dejo de existir. Todo se nubla. El monstruo que vivía dentro de mí no dice nada, porque no existe. 

Y yo estoy en paz. Solo soy.