10.18.2011

Guardianes del Alma: La muerte de Rodrigo





Se quedó sumida en una oscuridad mental. La negrura se le pegaba a los ojos, no importaba cuánto luchara, no podía abrirlos. No sabía qué había pasado, porque aquello no tenia sentido. Tampoco conocía cuánto tiempo había yacido sobre el asfalto mojado y frio. Esforzándose hasta los limites, Julia se retorció para quedar bocabajo, apoyaba el mentón en la superficie fría y lisa. Al fin, pudo abrir los ojos y lo que miró la dejó anonadada. Habías miles de lucecitas rojas suspendidas en el espacio, pero la verdad era que salían de un cuerpo que yacía en una posición extraña, con las piernas largas dobladas en un ángulo mortal. Tardó unos minutos en comprender que aun seguía en una especia de lucha, porque había hombres que peleaban y gritaban, se empujaban a diestra y siniestra. Como pudo, se puso a gatas y se arrastró hasta aquel cuerpo.

El muchacho temblaba débilmente, sus labios no paraban de susurran un mismo nombre:

─Ju…Julia.

─Sh… Shhh… ─trató de silenciarlo. ─Todo es-estará bien ─quería creer las palabras que sus labios habían pronunciado, quería aferrarse a ellas, aunque la realidad le decía una y otra vez lo contrario. Las lucecitas rodeaban el cuerpo de Rodrigo, como si hubiesen salido de él y lo acompañaran por sus últimos minutos de vida. Había una daga, adornada con brillosas piedras, hundida en el pecho del muchacho y una enorme rueda oscura se extendía sobre su delgado suéter gris.

─Julia ─alcanzó a decir. ─T-te quie-ro.

─Yo también te quiero ─murmuró ella, mientras pesadas lagrimas le surcaban el rostro. Eso no podía estar sucediendo. ─No te preocupes… Estarás bien. Solo… aguanta. Aguanta. No te dejaré ir… Aguanta. Estaré contigo por…

─…siempre ─terminó Rodrigo. ─Me du-duele. Quí-quítalo.

Julia alzó su mano de dedos largos y con temblores que no pude reprimir, sujetó el mango dorado de la daga. Le ardió al contacto, pero no la soltó, el ardor se extendió de los dedos a la palma de su mano y subió por el brazo hasta llegar al hombro. Armándose de valor, Julia  extrajo la daga del cuerpo de su hermano con un solo movimiento. Dejó caer el instrumento a su lado y notó que el ardor desaparecía lentamente. Acarició el rostro de Rodrigo, sudoroso y frío. Él alzó su mano, buscando a tientas el rostro de Julia y apenas lo hubo tocado, su mano cayó inerte sobre su pecho.

─¡Rodri! ¡Rodrigo! ¡RODRIGO! ─Julia tomó a su hermano por los brazos y trató de moverlo. Sacó fuerzas de alguna manera y logró acomodar a su hermano sobre su regazo.

Un muchacho de cabellos chinos y oscuros se acercó a ella y tomó la daga, se abalanzó contra Julia, tratando de herirla, pero otro hombre se interpuso entre Julia y el muchacho, salvándola de una muerte segura. Julia no puso atención alguna en lo que sucedía a su alrededor, solo sentía un vacío gigante que jamás sería llenado. Entonces algo le pegó duro en la cabeza y volvió a entrar en una profunda oscuridad.

2 comentarios:

  1. .___. chuta parece que la dejaron inconsiente :/ oye tu escribes todo esto? yo tmb escribo pero me da verguenza publicarlo a veces! xd pero te quedan muy bien :D

    ResponderEliminar
  2. Anónimo20:00:00

    U.U wa eso me entristece pero espero con ancias leer lo que pasar...
    Anie! eres mi escritora faborita jeje xD

    ResponderEliminar

Escúpelo, que dentro te hace daño.