Mostrando entradas con la etiqueta Cartas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Cartas. Mostrar todas las entradas

11.13.2020

Querido papá

Querido papá:

No lo sabías, pero escribo cartas. A veces me escribo a mí misma, muchas otras les escribo a mis amigos, a los desconocidos que me leen en internet y también a mis gatos. Así que pensé "¿por qué no escribirle una carta a papá?". Ahora lo pienso y creo que debí haberte escrito cuando estabas aquí en cuerpo, debí haber dicho y hecho muchas cosas contigo, pero ahora ya no podré. Ahora es tiempo de aferrarme a los recuerdos y aceptar que las cosas son como son y que muchas veces no puedes cambiarlas.

Ayer me puse a ver fotos viejas, esas que están en una caja maltrecha, y te encontré en esos momentos. Me pregunté cómo serías cuando estabas pequeño, cuál fue tu primera palabra, cómo te llevabas con tus hermanos y qué tantas travesuras hiciste. Me pregunté cómo fue para ti dejar tu casa, qué sentiste cuando viste a mi madre y cómo fue para ti crear una familia. Vi las fotos en la que estás en la playa con mis hermanas, estas sosteniendo a una de ellas. Me pregunté cómo te sentías al saber que tenías hijos y cómo te sentiste cuando yo nací. ¿Te dio miedo? ¿Alguna vez pensaste que no podrías ser un buen padre?

Veo tus fotos de cuando eras un joven de diecinueve y tus fotos cuando tenías cuarenta y tantos, cincuenta, sesenta, setenta... Y te ves tan distinto a ese joven de diecinueve. ¿Tenías sueños? ¿Cuáles eran? ¿Los cumpliste? Me pregunto cuáles fueron los momentos más felices y los más difíciles en tu vida, cuál era tu olor y color favorito, cuáles fueron esos momentos que siempre guardaste en tu memoria. Me pregunto cuál fue tu último pensamiento, tu último deseo... 

Me pregunto qué sentiste en el momento en que dejaste este mundo. 
¿Dolió? Espero que no. De verdad, espero que no. Me gusta creer que no, que tu alma se elevó y trascendiste. Te volviste parte de un todo, del universo, de la vida, de la lluvia y el viento y las estrellas y el cielo. 

Ya no puedo darte mucho ahora, pero quiero creer que te di mucho mientras estuviste aquí. Traté de entenderte, de valorarte y traté de hacerte sentir orgulloso. Espero haberlo logrado, espero haberte hecho feliz en un día malo y haberte hecho sonreír. Espero haber sido la razón por la que te sintieras satisfecho, espero que sintieras reales las últimas palabras que te dije. Te quiero. Y sí, te quiero mucho.  

Gracias por todos los momentos buenos y los malos. Gracias por hacerme enojar, y hacerme crecer. Gracias por los chanclazos que me diste cuando estaba pequeña, gracias por hacer de esa la única vez que me pegaste. Gracias por llevarme a ver al abuelo contigo y comprarme raspados en el parque de Juchitán. Gracias por la pelota que me compraste ahí y por los juguetitos de rompecabezas que me comprabas en los puestos de dulces. Gracias por enseñarme a ser amable con los demás, por enseñarme  a cómo calentar un termo para guardar la carne asada y a servir un buen tarro de cerveza. Gracias también por combidarme de tu cerveza en mi infancia, cuando me gustaba tomarla. Gracias por el alimento y la educación que me diste, gracias por pagarme mis estudios universitarios y permitirme comprarme el quinto libro de Harry Potter en vez de ropa en aquel diciembre. 

Gracias por pellizcarme los caquetes y darme coscorrones cuando pasabas, entiendo que esa era una de tus tantas maneras de decir que me querías. Gracias por pelear conmigo y ser terco como eras. Gracias por comprarme mi pijama favorita de Winnie Pooh y por hablar por teléfono conmigo cuando trabajabas lejos. 

Gracias por apoyarme cuando no quise ir a trabajar más en ese trabajo que me hizo sentir tan mal; gracias porque cuando me dijiste que ya encontraría otro trabajo y algo que me gustara, sentí que un gran peso se iba de mí, me sentí aliviada porque tú me apoyabas y honestamente, pensaba que serías el último que lo haría. Gracias por respetar mi decisión de irme a trabajar lejos. Aún recuerdo que me preguntaste que a quién le había pedido permiso y te dije que a nadie, pero aún así no dijiste nada más.  Gracias por comprar todas las comidas que quería comer después de haberme ido de casa. Gracias por llamarme cuando yo no te llamaba, 

Gracias por tus errores. Gracias porque aprendí a perdonar y a aceptar y a entender que hiciste las cosas lo mejor que pudiste y que nadie es perfecto. Costaron meses de terapia, pero valió absolutamente la pena. Acepté que a veces daba miedo estar a tu lado porque las cosas podrían salir muy mal y podría terminar gritándote o hiriéndote o hiriéndonos. Espero que también entendieras que si algunas vez hice algo que te lastimó, fue por accidente, nunca fui mi intención. Tampoco recibí el manual de cómo ser la hija ejemplar.

Hace unos días, alguien caminó arrastrando los pies. Y pensé que eras tú. Mi cerebro me dijo automáticamente que te asomarías en la cocina y me dirías algo, pero no, no podías ser tú. 

Cuesta entender y aceptar que ya no estás aquí corpóreamente. Cuesta mucho y no sé si alguna vez pueda entenderlo. Siento que un día regresaré nuevamente a casa y preguntaré por ti, porque siento que estarás sentado en tu cuarto, viendo la tele, peleando con el perro o con alguno de los gatos, con tu radio a todo volumen, haciendo ruido con tus herramientas o viendo la televisión. 

Si te quedas a esperarnos, donde sea que estés, por favor pásatelo bien. Si vuelves a la vida, en otro cuerpo, disfruta todo lo que puedas. Nosotros trataremos de hacer lo mismo, como podamos. No te quedes con el pendiente, poco a poco estaremos bien. 

Siento que todos te sentiremos presente aún. Y es que, de alguna manera, siempre lo estarás. 

Con amor siempre, 
tu hija, la más chiquita y la consentida. 


Pd: Una vez comencé a escribir una novela llamada "Lo bueno, lo malo y lo que decidimos recordar". Era sobre nosotros, la historia de un padre y su hija y los errores que cada uno comete, y un proceso de sanación que ambos emprenden para entenderse. Era lo que más anhelaba, poder entenderte. Y fue algo que pude hacer cuando me fui. 
Cuando la novela se publique, será dedicada a ti. 

Pd 2: ¿Cómo es posible que no tengamos ninguna foto juntos? Tengo el recuerdo de que una vez nos tomamos alguna, pero no la encuentré :( 

Esta es mi foto favorita tuya, así quiero recordarte. 







6.30.2019

Una carta para ti

Querida Ana,
a finales del 2014 e inicios del 2015, escribiste una carta para ti misma:

No estás donde quieres estar, pero vas en camino. Y estás disfrutando todas tus paradas continuas. Continúa este viaje, sigue aprendiendo y escribiendo, sigue, no te detengas.

Si te hubiera dicho en ese entonces que cuatro años después estarías escribiéndote otra carta, desde otra ciudad, en otra habitación, escuchando música de Of Monsters and Men, probablemente no me habrías creído. Y no porque no te gustara la música OMAM, sino porque no creerías que al fin hubieses tenido el coraje para dejar tu hogar y aventurarte a perderte. Es preciso que te lo diga en este mismo momento: estoy orgullosa de ti. Estoy orgullosa de ti porque has descubierto que ese valor está dentro de ti y que, a pesar del miedo que puedas tener, sabes que puedes aventurarte e intentar hacer las cosas. 

Llevas casi diez meses viviendo lejos de tu familia, sobreviviendo por tu cuenta, pagando tus propios gastos, administrando tus recursos, disponiendo de tu tiempo y dando pasos pequeños y agigantados para mejorar tu vida. 

Me alegra que te hayas atrevido a tomar terapia, a hablar sobre lo que te ha lastimado y lo que en este momento te causa conflicto. Y sobretodo, me alegra muchísimo, me hace feliz, que establezcas límites, que aproveches lo que aprendes en tus sesiones y lo lleves a tu vida diaria. Estoy feliz de que continúes creciendo, que tengas miedo y te conozcas cada día más. 

Quizá a veces sientas que no haces mucho, pero la verdad es que sí. Es solo que a veces la rutina te absorbe y  no te percatas del peso que tienen tus decisiones y acciones en esta vida. A pesar de que el mundo podría existir sin ti, estoy segura que no sería el mismo. Así que no te hagas de menos a tí misma. Confía en que, con cada día que ocurra, aprenderás a quererte y respetarte más. 

Vamos, Ana. Recuerda que no necesitas llenar las expectativas de nadie para ser feliz; recuerda que no necesitas ser aceptada por todos, aunque inconscientemente lo desees; recuerda que en la vida hay momentos buenos y malos, y que aunque recordamos más el dolor, son los momentos de luz los que hacen que todo valga la pena.  Tendrás días y momentos difíciles, pero estoy segura que podrás hacerlo. 

Probablemente te escriba en un tiempo. Tal vez estarás en un departamento en otro país, abrazando a tu pareja, acariciando a tu gato o perdiéndote en una ciudad completamente nueva. Y yo estaré ahí para recordarte que puedes lograr las cosas, que una vez te sentiste sola, frágil, incapaz, pero que ahora has crecido, te has desgarrado y eres lo mejor que te pudo haber pasado, porque hay que darte crédito por ser tú misma. 

Con amor siempre,
Ana. 

4.20.2019

Cartas de amor para engrandecer tu corazón

Estimado Sr. X:

Recomiendo ampliamente la escritura de cartas. Es liberador. Hay ciertas cosas que no podemos decir cuando hablamos, formas de reflexionar, cosas y sentimientos qué describir. Es un mundo completamente distinto que te permite expresarte de una manera única. Desafortunadamente muchas personas ya no escriben cartas y eso me entristece un montón. ¡Se están perdiendo las buenas costumbres! Qué indignada me siento cuando me percato de que la mayoría son presos de los mensajes de texto y las llamadas, cuando las palabras pueden fluir desde tu cerebro, a través de tu mano, hacia el papel y decir mucho más. Me entristece no recibir cartas. Y por eso las pido. Si quieres algo, tienes que pedirlo. Tal vez lo obtengas, tal vez no. Y por ello agradezco mucho que me hayas escrito una.

Pero no estamos aquí para hablar sobre esas cosas. Solo era importante decirlas porque, a decir verdad, llevo muchos años escribiendo cartas. Le he escrito a personajes literarios, personas desconocidas y conocidas. Una vez escribí cartas y las dejé abandonadas en un parque, solo porque sí (y porque había mucho drama en mi vida que necesitaba sacar de mí). Después decidí mostrarlas y compartirlas en mi blog, simplemente porque podía y porque las personas a las que les escribía jamás iban a leerlas. Y eso es lo que me ha traído hasta aquí. Hoy, compartiré contigo una combinación de 27 letras, signos de puntuación, pensamientos y sentimientos. He escrito sobre ti porque las palabras me alimentan el alma, tanto como me ayudan a limpiarla. No sé por qué comencé a desarrollar interés en ti. De hecho, no sé cómo carajos ocurrió y cada vez que lo pienso, me causa mucha risa. Esta situación me hace sonreír mucho y de la buena manera.

A veces me pregunto cómo serían las cosas si no hubiese regresado ese día a mi oficina. Estaba en clase y tú hablabas sobre el club de películas, mientras ella estaba detrás de ti y yo seguía la conversación pero no paraba de pensar: tengo clase, tengo que regresar rápido o los alumnos se irán. Y tú no parabas de hablar, entonces me dije que debía poner atención a lo que decías porque era grosero no prestarte atención. No estaría escribiendo esto si no hubiese olvidado los marcadores y el borrador. Regresé a la oficina por ellos. Te asomaste por el marco de la puerta y así comenzó todo… Anotaste tu número en un post it. Era el 1 de Febrero. Me fui a clase, te agregué a Facebook (previamente te había eliminado, no recuerdo el por qué) y lo demás simplemente ocurrió. Me alegro de que haya sido así. No me arrepiento de mis decisiones y acciones, aunque me habría gustado tener más tiempo contigo y hacer más cosas, pero también tengo mis estándares y no los iba a pasar por alto. Así que, sin más despotrique, te dejo la que fue la primera carta que te escribí.

5.22.2018
Al chico que me gusta
No tengo idea de cómo comenzar, así que iré al grano:

Te agradezco infinitamente por haberte aparecido una tarde de miércoles, por inclinarte en el marco de la puerta y comenzar a charlar; después, por hablar de cine, música y de la vida. Te agradezco por no responder los mensajes de texto enseguida y no mentir, por demostrarme que tenías una vida desconocida; te agradezco por compartir tu música conmigo, recomendarme películas, compartir intereses y divertirme de vez en cuando. Te agradezco por la tarde que me regalaste y que me hizo darme cuenta que, eso que se venía asomando de a poco, era real.

Te agradezco por haber llegado de forma inesperada, tan sutilmente.

Te agradezco que hayas llegado así porque, por primera vez en la vida, no caí por las ilusiones mentales que creé de una persona, sino por la persona en sí. Caí por el chico que discutía conmigo sobre feminismo y aborto; por el que me hablaba de leyes y quien investigó los agujeros negros después de haber visto Interestellar.
Yo no quería que esto pasara, pero pasó. Y estoy feliz por ello.

Te agradezco en verdad, porque contigo aprendí a no esperar nada. Aprendí que yo no te cambiaría, que las cosas no se darían como en las películas.

Te agradezco porque nunca había llegado tan lejos con alguien; me ayudaste a cambiar. Aprendí a enfrentar ciertos miedos, aprendí a hacerme escuchar. Cuando pronuncié esas dos palabras, "Me gustas", me superé a mí misma. Y no lo habría podido hacer si no hubieses estado allí.

Así que, aunque las cosas no se han dado, no han fluido, te agradezco por todo, por ser tú y sobretodo, por haberte cruzado en mi camino.
Con cariño siempre,
Ana.


Así que… ¡GRACIAS! Gracias, en verdad, porque aprendí que tener miedo del rechazo es algo estúpido. Se nos ha dicho que todo sentimiento debe ser correspondido y que, si no lo es, has fracasado y mereces sentirte avergonzado. Y las cosas no son así. Hemos venido a este universo para quedarnos solo un momento, somos una pequeñita fracción, somos insignificantes. Y si lo somos, ¿por qué tener miedo? Me cansé de tener miedo y no hacer nada. Por eso que te dije en varias ocasiones que me gustabas. Nunca pude explicártelo bien porque no tuvimos el tiempo y, a decir verdad, tampoco es que lo pueda explicar. Empiezo a enumerar las razones por las que no debería sentir esto, pero no logran ser suficientes, no hacen que deje de sentirlo. Y está bien. No me importa si no me correspondes. No me importa si no te gusto, caray, porque tú me gustas a mí. Y en este pequeño momento de la existencia, me gustas. Y es mi tiempo, mis pensamientos, parte de mí, la que está sintiendo eso. Todos merecemos saber cuándo le gustamos a alguien. Y así, simplemente, es.

5.22.2018

Al chico que me gusta

No tengo idea de cómo comenzar, así que iré al grano: 

Te agradezco infinitamente por haberte aparecido una tarde de miércoles, por inclinarte en el marco de la puerta y comenzar a charlar; después, por hablar de cine, música y de la vida. Te agradezco por no responder los mensajes de texto enseguida y no mentir, por demostrarme que tenías una vida desconocida; te agradezco por compartir tu música conmigo, recomendarme películas, compartir intereses y divertirme de vez en cuando. Te agradezco por la tarde que me regalaste y que me hizo darme cuenta que, eso que se venía asomando de a poco, era real. 

Te agradezco por haber llegado de forma inesperada, tan sútilmente.

Te agradezco que hayas llegado así porque, por primera vez en la vida, no caí por las ilusiones mentales que creé de una persona, sino por la persona en sí. Caí por el chico que discutía conmigo sobre feminismo y aborto; por el que me hablaba de leyes y quien investigó los agujeros negros después de haber visto Interestellar.

Yo no quería que esto pasara, pero pasó. Y estoy feliz por ello.

Te agradezco en verdad, porque contigo aprendí a no esperar nada. Aprendí que yo no te cambiaría, que las cosas no se darían como en las películas. 

Te agradezco porque nunca había llegado tan lejos con alguien; me ayudaste a cambiar. Aprendí a enfrentar ciertos miedos, aprendí a hacerme escuchar. Cuando pronuncié esas dos palabras, "Me gustas", me superé a mí misma. Y no lo habría podido hacer si no hubieses estado allí.

Así que, aunque las cosas no se han dado, no han fluido, te agradezco por todo, por ser tú y sobretodo, por haberte cruzado en mi camino.

Con cariño siempre, 
Ana. 


5.19.2018

Una carta para el Gordito, mi gato callejero



Mi querido Gordito, te contaré una historia para un sueño perpetuo:

¿Recuerdas cuando llegaste a la casa y te peleabas con nuestros gatos? Eras tan parecido a Mermelada que algunas veces te confundimos con ella. Cuando no te vimos, no teníamos ni idea de todo lo que pasaría. Te dimos de comer y aceptaste la comida, aunque estabas temeroso. Cuando te dejaste cargar por primera vez, celebramos. Significaba que tenías confianza y que, poco a poco, podríamos acercarnos a ti para alimentarte y esterilizarte. El plan era devolverte a la calle porque ya teníamos seis gatos y eran muchos.

Después de tu esterilización te marchaste a pelear con quién sabe qué gato y pensamos que no regresarías, pero lo hiciste. Bueno, a medias. Regresaste con una oreja herida que requirió vendaje, curaciones diarias y medicamentos. Carajo, se te hizo un hueco gigante en la oreja. ¡Como si lo necesitaras! Ya traías pocos dientes, las orejas rajadas y un párpado interno rasgado también.

Supongo que te gustó la vida de casa porque volviste para quedarte dos años completos.

Después te fuiste a ratos, a veces para pelear, otras para pasear. A mamá la hiciste enojar muchas veces cuando te orinabas en su cuarto o marcabas territorio. A mí me aruñaste varias veces en el afán de amasarme mientras te acariciaba. Descubriste que el catnip te piraba, te ponías loco y te restregabas emocionado en el suelo. ¡Hasta babeabas!

Un día, dejaste de hacer pipí. Te llevamos varias veces al médico hasta que mejoraste. Tuviste que cambiar tu dieta porque, de alguna extraña manera, llegaste a pesar más de 7kg. Comenzamos a llamarte El Gorodito. ¿Cómo ocurrió eso? No tengo idea. Bajaste de peso, pero la pancita te quedó igual de flojita, la gordura aguadita era perfecta para acariciar. Te encantaba restregarte contra mi rostro y robar la comida de Chupi, orinar por todos lados, pararte de forma extraña en el arenero, pelear con los demás, subirte a mi cama. Una que otra vez robaste comida y guardé el secreto para que no te regañaran.

Ahora sé que cometí un error muy grave. Di por hecho que ya no tenías problemas de salud, que seguirías aquí haciendo de las tuyas. Pero las cosas no eran así y se estaba formando una bomba de tiempo que te llevó a tener problemas en tus riñones. Así que verte con cables pegados a tu cuerpo, ver tu respiración pesada y tu mirada perdida, escuchar tus quejidos, me llevó a hacer la pregunta que tanto miedo me daba hacer.

Pronóstico reservado. En otras palabras: grave. Las posibilidades de sobrevivir eran muy bajas. ¿Debía darte la oportunidad? ¿Debía permitir que sufrieras más para ver si lograbas salir, aunque probablemente estuvieras condenado a una vida mucho más difícil? ¿O debía terminar con todo de una vez? Nunca en mi vida había tenido que ser tan fría. Y escribir mi nombre y firma no me había parecido tan difícil.

Hoy tuve que decidir por ti. Pude ver pasar nuestros momentos en mi mente. Simplemente porque soy masoquista y porque tenía que recordar quién eres. Tenía que recordar que, a pesar del dolor, lo único que podía hacer era agradecerte enormemente todo lo que habías hecho por mí. Todas las risas, las fotos de ti durmiendo, las veces que me rasguñaste o mordiste, lo mucho que te gustaba que te cepillaran el mentón y el lomo, lo mucho que detestabas que te cepillaran la cola.

Así que, como te lo dije antes de que durmieras, ¡GRACIAS! Gracias por todo y por ser el mejor gato que pude tener. No habrá jamás, en todo el universo, en todas las dimensiones, en toda la existencia, un gato como tú. Tú eres tú. Y tenías tu personalidad. Así que gracias por ser parte de mi vida. Gracias por todo el amor que me diste y el amor que aceptaste. Me hiciste crecer y amar. Ese amor fue magnífico mientras duró y estoy enormemente feliz por ello.

Preguntarme qué habría pasado si no te hubiese adoptado, no tiene caso y a pesar de ello, no puedo evitarlo. Una parte de mí cree que te condené, otra me dice que te di la oportunidad de vivir dos años sin temor a lo que pudiese ocurrirte en la calle. Dos años de un techo, de calor, alimento y agua, amor, palabras de amor, risas y aventuras, atún y catnip; dos años de juegos, besos y diversión.

Sé que el dolor es inevitable. Sé que cuando amas, también te arriesgas a sufrir. Pero el dolor en cada fibra de mi ser y mi alma vale la pena por todo lo que vivimos juntos. Te amo, en verdad. Y siempre te amaré. Fuiste, eres y serás parte de nuestra familia.

Espérame, pues algún día nos volveremos a encontrar. Allá, en el arcoíris. Llevaré catnip.
Con amor siempre,
Ana.

Te dedico una canción.



2.10.2018

A mi hermana, una carta no entregada

Mi querida hermanita:

Soy mejor expresándome con palabras escritas, así que por eso te escribo esta carta. Por favor, léela. Tu hijo está dando vueltas en una silla de rueditas, mientras yo estoy escribiendo esto. Amo a ese niño, tanto como te amo a ti y a las niñas. No creas, ni por un segundo, que después de todos estos años, dejé de amarte. Quizá dejé de hablar contigo, pero de quererte jamás.

Temo decirte esto, pero de todos modos lo haré. Amarte significa sufrimiento. Me duele verte sufrir. Y aunque no lo demuestre, me duele demasiado. Tengo un nudo gigantesco en la garganta porque lo que más quisiera es protegerte y cuidarte tanto como tú me quieres y me cuidaste a lo largo de los años. Porque sé que aún me quieres, aunque ya no hablemos ni nos abracemos ni nada. Sé que me quieres, a tu propia forma.

Y siendo honesta, quisiera llevarme muy bien contigo. Y platicar, pero últimamente siento que no tenemos cosas en común. Y también me da miedo hablar contigo porque sé que tenemos formas de pensar muy distintas y que probablemente lleguemos a chocar en cualquier tema. Pero esto no es demasiado extraño. No creas que no me molesto con mamá, papá, o mis demás hermanas. De hecho, a veces no sé cómo dirigirme a una de ellas porque puede estar de malas. Peleamos el 24 de diciembre. Y yo lloré enfrente de ella y ella pareció que no le importó nada. A veces mi mamá también se molesta conmigo, igual que papá y los demás. Así son las familias.

A veces las cosas cambian y está bien. A veces los lazos se deterioran, pero no significa que todo está perdido. Cada quien tiene sus propios problemas. Supongo que lo importante es lo que hacemos para seguir adelante.

No me voy a meter en tu vida. No puedo tomar decisiones por ti respecto a tu pareja.
Pero lo que puedo decirte es que mereces a alguien que te quiera, que te valore, que aprecie el hecho de que te levantes temprano para ir a trabajar, para pagar las cuentas, para pagar un terreno que se convertirá en una casa. Una persona que agradezca por la vida de sus hijos, porque fuiste una parte indispensable de eso.

Nunca dejes que nadie te diga que no vales, que no eres hermosa, que no tienes opción, que tú eres la culpable de todo. Porque no eres nada de eso. Y cuando digo nunca, sobre todo, no te permitas decirte a ti misma esas cosas.

ERES HERMOSA, SIEMPRE LO HAS SIDO Y SIEMPRE LO SERÁS.
Y nadie debería hacerte sentir como lo contrario. Nadie. 

Te querré siempre, incluso si no apruebo tus desiciones. 
Con amor, 
A. 

7.29.2017

aprende a decirle al mundo «jódete» de vez en cuando

Hey, guys!
Hoy vengo con algo muy distinto, les comparto un fragmento de la carta que Sol Lewiit envió a Eva Hesse en 1965.

"Aprende a decirle al mundo «jódete» de vez en cuando. Tienes todo el derecho. Simplemente deja de pensar, de preocuparte, de mirar por encima del hombro preguntándote, dudando, temiendo, doliendo, deseando alguna salida fácil, forcejeando, captando…¡Para ya y simplemente HAZ!
No te preocupes de lo ‘cool’, haz tu propio ‘no-cool’. Haz lo tuyo, tu propio mundo. Si sientes miedo, haz que trabaje para ti –dibuja y pinta tu miedo y tu ansiedad…
Tienes que practicar ser estúpida, tonta, no pensadora, vacía. Entonces podrás ¡HACER!
Intenta hacer algo de trabajo MALO – lo peor que se te ocurra y observa para ver qué pasa, pero sobre todo relájate y deja que todo se vaya al infierno – tú no eres responsable del mundo – tu sólo eres responsable de tu obra – así que HAZLO. Y no pienses que tu obra tiene que responder a forma, idea o sabor preconcebido alguno. Puede ser cualquier cosa que tú quieras que sea…
...Cuando trabajas o antes de trabajar tienes que vaciar tu mente y concentrarte en lo que estás haciendo. Después de hacer algo, ya está hecho y se acabó. Pasado un tiempo puedes ver que algunos son mejores que otros pero también puedes ver en qué dirección vas. Estoy seguro de que sabes todo eso. También debes saber que no tienes que justificar tu trabajo – ni siquiera contigo misma...”

Aquí tienen el video en el que descubrí esta carta que me ha calado tan bonito en el alma.
Versión Benedict Cumberbatch

Versión Andrew Scott

7.26.2017

Una carta a mi crush

Querido crush:

Si pudiera desprenderme de mis miedos y complejos, te invitaría a salir. Así, sin tanto rodeo, te diría que quiero conocerte. No te asustes: no voy a acosarte ni nada por el estilo. Esta carta es simplemente una combinación de 27 letras, signos de puntuación, pensamientos y mucha ansiedad. No espero que esto trascienda. Si no quieres volver a dirigirme la palabra porque te sientes incómodo conmigo, lo entenderé. No tienes la obligación de responder ni de terminar esta carta.

Vamos aclarando algo: No puedo decir que estoy enamorada de ti, porque eso sería una gigantesca mentira. Estoy enamorada de la idea que me hice de ti, así que eso me dirige a las expectativas. Y según el libro que me has prestado, las expectativas podrían no ser muy buenas. Especialmente cuando no quieres aceptar la realidad. Así que ya estoy jodida.

Si pudiera hablarte, frente a frente, te diría que la atracción que siento por ti no es algo que surgiera a primera vista. De hecho, yo ni siquiera te había identificado. Eras un estudiante, solo un estudiante, no tú. Pero entonces, comenzaste a saludarme a mitad de los pasillos aunque no tenía que hacerlo. Lo hiciste una y otra vez, hasta que llegó el momento en el que, cuando no estabas, te buscaba. Quería saber tu nombre. Y honestamente no recuerdo cómo lo averigüé. Quería hablar contigo. Conocerte. Parecías un buen chico. Me resultabas lindo.

Y un día, no sé cómo, no recuerdo qué estaba haciendo, te vi en el pasillo. Y me presenté incómodamente, haciéndolo todo demasiado formal y minutos después quise meterme en una madriguera y no salir en unas cuantas horas. Verás, creo que podría tener ansiedad social. Por lo tanto, cuando siento que hago el ridículo, pienso que me recordarás siempre de la misma forma. Así que pensé que pensarías: “Qué chica tan más rara.” Pero no debería estar poniendo pensamientos en tu mente porque no sé si realmente estuvieron allí. Ahg, en fin… Así fue como fingí que no conocía tu nombre y te di la versión corta de mi nombre y no el nombre completo.

Después, mientras hacía mi trabajo, te buscaba con la mirada, pero no lograba mantener una conversación decente contigo. Una vez te vi leyendo, atrás del edificio, donde el monte crece tan alto que si lo ves desde abajo, parece que las hojas alcanzan las nubes y podrían pincharlas con sus puntitas y desinflarlas. Y pensé que era genial que leyeras porque a mí también me encanta leer y, quizá es algo tonto, pero a veces siento como si los libros me recomendaran a las personas. Y sentí eso, así que pensé en que tenía que encontrar la forma de hablar contigo, de encontrar un punto en común, Pero el tiempo pasó y solo eras una ilusión. Aun lo eres, en parte.

En fin, quiero conocerte. No por la idea que me hice de ti o porque me hayas atraído desde hace mucho tiempo, sino porque me gustó la forma en la que conversamos la otra vez. Hablamos de muchos temas en tan poco tiempo, que sentí que nuestra conversación había sido apurada y aun así, tenía médula. Me gustó el hecho de que dijeras lo siguiente -y aun puedo escuchar el tono de tu voz diciéndolo-: “Por eso tengo los libros.” Y antes, habías preguntado: “¿Por qué no sales?” Y te dije que era porque casi no tenía tiempo, pero la verdad es que, la mayoría de las personas no me parecen muy interesantes al conversar. Sin embargo, sí me resultan interesantes cuando las intento analizar, cuando intento quitarles sus capas, saber por qué son como son.

Paso mucho tiempo pensando porque soy introvertida. Me gusta estar en casa, ya sea leyendo, escribiendo, dibujando, viendo alguna serie o alguna película, o simplemente pensando o viendo hacia el techo, u observando a un gato, o cosas así. Mi vida introvertida es el lugar más cómodo que puedo tener y, cuando alguien que no me es interesante abre la puerta para entrar, implica una invasión hacia esa comodidad. Y no me gusta.

La diferencia más grande es que, cuando una persona interesante entra a mi mundo, dejo las puertas abiertas. Lo llamo, lo busco, le escribo cartas, me intereso por ella, lo amo. Amo, genuinamente, a mis amigos, incluso cuando no siempre estoy de acuerdo con ellos. Eso ocurre porque los conozco tanto como ellos me conocen a mí, porque te puedes presentar frágil ante ellos y sabes que jamás te herirían, y viceversa.

Déjame ponértelo así, resumido en unas cuantas palabras: Quiero salir contigo para ver si puedes entrar a mi vida introvertida, como un amigo. Y si esa amistad llega a trascender, bueno, supongo que descubriremos qué podemos hacer. Así, querido crush, ¿quieres salir conmigo?

Con amor, A.

12.31.2014

Carta de año nuevo

Querida Ana:

Es 2015 ya. La pirotecnia estalla en la calle, tus gatos están histéricos; escribes estas palabras sin pensar demasiado, dejando que tus dedos se deslicen sobre el teclado a la par que tu mente también escribe. Es 2015 y hace unos momentos abrazaste a tus padres y les dijiste que los quieres. Bien por ti. Espero que sigas diciéndoles y mostrándoles todo ese amor en los días, meses y años siguientes. Espero que este año aprendas a expresarte mejor, a decir lo que realmente piensas, cómo te sientes, sin temer a nada.
 
El 2014 fue un año complicado. Tu ansiedad social se incrementó mientras te recluías en tu habitación, temerosa de salir de esas cuatro paredes y enfrentarte al mundo. Conseguir un trabajo fue difícil por tus miedos y no tanto por la competencia laboral. Estoy orgullosa de ti porque este año, al menos los últimos meses, han estado llenos de lucha, perseverancia y empeño. Tú lo has hecho posible. Continúa así.
 
Admitiste tu ansiedad frente a tu familia. Lloraste océanos. ¿No lo entendieron? ¿Creen que estás mintiendo y que todo aquel drama fue porque no querías trabajar? Déjalos que crean lo que quieran, tu sabes que el miedo se adhiere a ti y te consume día a día si lo dejas. Por favor, no se lo permitas. Continúa con la cabeza en alto. Tienes derecho a llorar,  a sentir que el mundo se te viene encima y que es lo peor que puede ocurrirte; sin embargo, siempre debes recordar que en este planeta todo tiene solución. No vas a morir, el mundo no se va a acabar... Debes respirar profundo, gritarle BASTA a esos pensamientos que crecen dentro de tu mente y continuar.
 
Lo has estado haciendo muy bien. Has visto lo positivo de haberte atrevido: has conocido a personas increíbles, adorables e imperfectas; has conocido a un chico, él, por quien te quedas despierta a veces por las noches, en quien piensas cuando escuchas una canción de amor, quien últimamente te ha inspirado; has entablado nuevas relaciones, te has aventurado a conocer nuevos lugares, ver nuevas películas, degustar comidas exquisitas, entre otras cosas. Además,  has podido comprar algunas cosas, te sientes más independiente y definitivamente, ahora estás, luces, muchísimo mejor que antes. No puedo pasar por alto el terror que te posee en ocasiones. Respira. No te preocupes, ocúpate.
 
Este fin de año sientes que estás haciendo algo. No estás donde quieres estar, pero vas en camino. Y estás disfrutando todas tus paradas continuas. Continúa este viaje, sigue aprendiendo y escribiendo, sigue, no te detengas.
 
Te quiero (y con eso debe bastarte para continuar).
 
 
 
 

12.21.2014

| celos |

Querido monstruo llamado celos:

Desde hace mucho no había sabido nada de ti. Honestamente, no quería volverte a encontrar, porque asustas y bloqueas mi mente, causas mucho revuelo en mi interior. Tú no eres el culpable, creo; soy yo, por permitir que me perjudiques de tal manera.
 
Con amor siempre,
yo.

11.23.2014

Lo bueno, lo malo y cómo quiero ver el mundo


A quien corresponda:

Me ha ido bien, ¿no es cierto? Envié mi curriculum vitae a una universidad y al día siguiente ya estaba en una entrevista de trabajo. Esa misma semana, me estaban asegurando que me quedaría. Fue sencillo relacionarme con mis compañeros e incluso, creo que he hecho amigos. Me agrada un chico: es talentoso, tiene una forma particular de ser y, no sé, realmente no puedo describir qué me hace sentir. Me atrae de una forma que no pensé que me pudiese atraer alguien como él.

Por otra parte, me agrada la gente, me encanta conocer a los docentes y escuchar las historias, las cosas que los demás dicen. Me encanta (no lo voy a negar) que me pidan hacer cosas que no me corresponden porque significa que confían en mí, que creen que soy capaz de hacer de todo. Además, he aprendido muchísimo. Dicen que soy todologa porque hago de todo, lo cual es gracioso y un poquito estresante a la vez.

También he tenido aventuras: un día me encontré con un hombre que venía de EUA en el autobús y fui la única que pudo comunicarse con él y ayudarlo. Le pagué su boleto de autobús porque él no traía pesos mexicanos, así que a cambio, me dio cinco dólares. Tuve que ir a cambiar el billete a un banco y aunque me puse muy ansiosa, lo hice.  
 
Es un poco decepcionante porque, por más que trabaje, no alcanzo a disfrutar el dinero. Siempre hay cuentas qué pagar, cosas qué comprar, y al final termino sin adquirir cosas que he deseado desde hace mucho. Desafortunadamente me encierro muchísimo en esos pensamientos y tiendo a estresarme y pensar que el futuro no trae nada bueno, así que estoy intentando aceptar mi situación y recordar a menudo que hay cosas más importantes que el dinero.
 
El temor de perder a mis seres queridos ha aumentado, sospecho que se debe a que ya no comparto tanto tiempo con ellos como solía hacerlo cuando no tenía un trabajo. Llevo tres meses trabajando y estoy feliz por ello, porque aunque a veces tengo ataques de pánico y me aterra hacer ciertas cosas, he continuado. Tener ansiedad puede ser horrible, aunque también te hace una persona valiente, así que no es tan malo después de todo.
 
Me sentía muy triste esta tarde, así que he escrito esta carta para recordarme a mí misma lo bueno, lo malo, y cómo quiero ver el mundo.
 
Con amor siempre,
Ana.
 



11.07.2012

¿Qué puedo hacer?

Queridos amigos:

Mi nombre es Ana y tengo veinte años. Estudio una licenciatura y aún no aporto dinero en la casa, así que dependo de mis padres y hermanos. Me encantan los animalitos –excepto los gusanos, esos me dan miedillo- y hasta ahora, he rescatado a un conejo, un perrito y dos gatitos que vivían en la calle. Pero recientemente, mis padres me han dicho que ya no puedo traer más criaturitas del universo, así que imaginen mi dolor cuando ayer me topé con un perrito herido. Le pedí perdón por no poder ayudarle y me marché de aquel estacionamiento donde lo vi. Incluso me permití soltar una lagrimilla. Pero hoy, ha sido aún mucho peor. Encontré un gatito, yo digo que aún no tiene el año de vida. De color amarillo, me recordó demasiado a uno de mis queridos mininos. Lo observé durante unos minutos y pensé que, de poder llevarlo a casa, le llamaría “Rosquilla”, porque dormía como una deliciosa rosquilla glaseada. No sé por qué, pero supongo que él/ella sintió mi presencia y alzó la cabecita. Entonces, fue cuando me di cuenta que sus ojos estaban cerrados, como si estuviese ciego. Me acordé, por supuesto, de Oskar, el gato ciego. Y comencé a llorar, porque no había nada que yo pudiese hacer.
Así que hoy me dirijo ante todos ustedes para preguntarles: ¿qué hace una persona que quiere ayudar a cada criaturita que se le cruza en el camino? Tengo muchos animalitos en casa y ya no puedo traer más; para mi desgracia, cuando pedí apoyo para los michis recién encontrados, nadie quiso adoptarles. ¿Qué puedo hacer? ¿Qué puede hacer alguien como yo, que aún no es independiente para llenar su casa de tantas criaturitas?

¿Qué puedo hacer?

Solo espero que, en el futuro, pueda apoyar instituciones o hacer algo por estas increíbles criaturitas que merecen amor, alimento y una casita cómoda en la que descansar.

Espero que tengan un buen día –o resto de la noche-.

Con mucho cariño, Ana.

Treinta. Carta a Suzanne

Querida Suzanne:

Gracias por crear una saga tan bonita, cruda y dolorosa. Gracias por dejarme sin aliento en unos cuantos días. Gracias por hacer que mis expectativas en los panaderos se superasen más. Gracias por todo. 

Con amor siempre, 
A.

9.26.2012

Un diario llamado Olive Rector

Olive:

Todas las historias empiezan con un inicio. Todas las historias terminan con un final.

Ambigüedad, incertidumbre. ¿Qué pasó antes del inicio? ¿Qué pasó después del final? No lo sé y nunca lo sabré, pero siempre podré hacer suposiciones.

Con la vida, todo es diferente. A menos que sufras de alguna enfermedad senil o tengas amnesia, puedes recordar qué es lo que ha pasado en tu vida. Puedes imaginar qué es lo que pasó según las mentes de los demás. También puedes elegir qué es tu pasado: ¿un demonio interno que te llevará a la autodestrucción o lo que te convertirá en una mejor persona?

Respecto al futuro, eso es menos complicado. Tu imaginación podrá ser libre de manera que puedas evaluar infinitas opciones. Eso sí, debes ser consciente de que nada sucederá cómo lo habías planeado. Habrá coincidencias, pero jamás será exactamente igual.

Eso es lo que me molesta de la vida: incertidumbre. ¿Qué sucede y qué no? ¿Cómo es que todo toma lugar? ¿Por qué tenía que suceder así y no de otra forma? Solía estar interesado en descubrirlo, pero ya han pasado cinco años desde que he dado vueltas y vueltas al asunto y aún sigo sin entender ésa parte de la vida. No entiendo y está bien, pero de algo estoy seguro: todo sucede por más de una razón.

Se me ocurren muchas en este momento. Podría enumerarlas, pero sería un desperdicio de espacio. Puedo decirte que aquí es donde el pasado y el futuro se vuelven importantes, donde tendré que tomar una decisión que cambiará los siguientes días.

Aquí es cuando dejo volar a mi imaginación, creando posibilidades.

Estarás bien con el tiempo. Tus heridas sanarán y solo serán recuerdos. Eres fuerte y valiente, no hay nada que te pueda hacer caer. Confío en ti. Serás una mejor persona.

Y yo también. No sé cómo, pero estaré bien. Encontraré la fuerza en la idea de que tú estás bien. Volveremos a encontrarnos. Seré una mejor persona. Por mí. Por ti.

Sé que éste no es un inicio; es un final.

Nuestra historia comienza con un final.

Un adolorido –en todos los sentidos– Adrian.


Pd: Lamento si esto te resulta confuso, pero así es mi mente: desordenada.
Una cosa me lleva a la otra.





9.17.2012

Para Adrian Cloud

Estaba pensando en ti. En tus ojos  y en tu sonrisa, en cómo me haces sentir. Estaba perdida en mis pensamientos cuando de pronto tuve ésta idea loca, en la que te confesaba todo. Escribir ésta carta es la única forma que tengo de decir lo que siento, sin dejar que las palabras se vayan por aquí y por allá, creando un gigantesco árbol enramado. 

De hecho, ya me estoy yendo por las ramas. 

Sabes que soy impulsiva, que no soy muy buena en hacer lo que realmente quiero y que termino revolviendo todo. Temía dejarme llevar. Esa es la verdad. Temía que, al verte, no pudiese hacer otra cosa más que besarte, porque es lo que más deseo en éste momento. Temía dejarme llevar por mis impulsos y hacer contigo lo que no he hecho con nadie. 

De hecho, aún temo hacerlo. 


Me enamoré de ti.

Y llámame loca, pero pienso que estás enamorado de mí.

Sé que no sucedió durante los años en que te vi siendo amigo de Oliver. No fue en las cenas y fiestas que compartimos, donde tu intentabas amenizar el ambiente y yo solo me quedaba callada, intentando eliminar mis sentimientos para no llorar. No fue en todas esas clases en las que presenciaste mis momentos de rebeldía. No fue en esos momentos cuando eras solo un chico más, cuando no me importaba si conocías a la falsa Olive o a la verdadera. 

Ahora me conoces más que mis amigos, más que mi familia. 

Rondaste a mi alrededor durante un tiempo y encontraste el punto débil de mi fortaleza. Accediste a mi mundo, a mi complicado mundo. Y soy feliz de haberte dejado hacerlo y de que lo hayas intentado hasta lograrlo. 
Te quiero.

Olive. 

Pd: Creo que te amo. 

8.21.2012

La idea de huir



Querido amigo:

Debo admitirlo. He estado pensando en huir.

Tomar la mochila, unas cuantas monedas y simplemente caminar. ¿Para qué quedarme aquí sin hacer nada? No importa si la vida es larga o corta, de cualquier forma hay que vivirla y no desperdiciarla. Sí, quiero largarme ahora y comenzar a viajar, conocer lugares y personas –tendré que mandar muy lejos a la timidez-, tener nuevas experiencias, participar.

En noches como ésta, respiro profundamente y dejo que mis pulmones se llenen de esa ilusión y esperanza, de ése aire fresco poco frecuente. Quiero llorar, porque tengo esperanza. Quiero llorar, porque quiero vivir y aun así, sigo aquí.

Pero supongo que podré hacerlo en algún momento, sólo necesito deshacerme de estos fuertes amarres.

Algún día.

Adiós.

8.20.2012

Como los demás

Querido amigo:
Hay días en los que me levanto y estoy llena de adrenalina, de buen humor. Como hoy.

Sonrío. Bromeo. Río. Hablo.

Me convierto en una mejor persona.

Las personas lo notan. Se me ve más parlanchina, más alegre. Dicen que los hago reír, porque comienzo a hacer demasiadas expresiones corporales. Fangirleo, lloriqueo, río cuando ellas no ríen. 

Pensé que estaba fingiendo. Pensé que intentaba mejorar mi vida, mejorar la vida de los otros. No es verdad. Ésa soy yo. Me gusta hacer bromas. 

El problema es que cuando comienzo a hacer bromas sobre temas que verdaderamente son de mi interés -libros, películas, personajes, canciones, tumblr, etc.-, las demás personas sólo me observan extrañadas. 

Entonces la vida vuelve a ser una mierda. Y guardo lo que soy dentro de mí. Entonces sí, comienzo a fingir. 

Aparento ser como los demás.

Bye.

8.12.2012

Seis. Una carta para Annie

Querida Annie:

Te escondías y te obligaron a salir,  sufriste y tu mente no pudo escapar sin daño alguno. Entonces los demonios interiores te consumieron y te encontraste rodeada de un montón de extraños, riendo cuando no debías reír, mirando la lejanía, perdida...
No fue justo.

Pero la vida no es justa.

Y veo tanto de mí en tí. Me escondo siempre que puedo, para sentirme segura, pero en algún momento tengo que salir y me encuentro con estas personas que sólo se quedan viéndome, preguntándose si hay algo mal conmigo.

Sí, hay algo malo en mí.

Pero ellos no entienden. Y no entenderán.

Quizá es por eso que te siento tan cercana.
Por supuesto, te admiro.


Con amor siempre,
A.

7.18.2012

La desventeja de ser diferente

Querido Charlie:

La desventaja de ser diferente es sentir que jamás encontraré a mi igual. Jamás seré correspondida ni entendida en totalidad. Y los miedos me consumen, porque después de todo, quiero tener a alguien que me acompañe en las rarezas. 
Pero no hay nadie, porque soy única y diferente. 
Nadie, no aquí. 

Con amor siempre, 
A.

6.11.2012

No son yo


Querido Charlie:

La gente no entiende lo que es estar en la piel de otra persona. Jamás lo entenderán. Jamás. A menos que de pronto sus almas salgan de sus cuerpos y entren en los nuestros, para vivir lo que vivimos, sufrir lo que sufrimos. Incluso así, eso no significa que vayan a entender o sentir lo que los otros sentimos, porque no son nosotros. O más bien, no son yo.

Las personas jamás entenderán las carencias. Jamás entenderán lo que es ver un helado, querer comprarlo y no poder. Jamás entenderán las lágrimas que caen en el interior de mi alma, porque pienso que no es justo. Y los más allegados, los amigos dicen: “Confía en Dios.” O quizá: “Todo tiene su razón de ser.” Y sí, quiero creer eso. Antes lo creía, pero no ahora. Porque la situación es cada vez más complicada y porque papá me ha recordado que debo encontrar un trabajo para mantenerlo. Lo único que cruza por mi mente es: Yo no pedí nacer. Si querías tener hijos debiste haber pensado en cómo mantenerlos íntegramente.

Y quiero llorar, llorar tan fuerte. Y quiero que estés aquí, para que me abraces y me digas que no estoy sola. Porque Charlie, la vida no es justa y hoy me siento más desamparada que nunca.
Lo siento, Charlie, pero esta noche me he dejado vencer. Esta noche estoy estresada, llena de coraje con el cosmos y de tristeza. Quizá debo dejar de compadecerme. Quiero que pensar en la situación de los demás me haga sentir mejor, me haga valorar el cuarto solitario que tengo y las ropas que aún puedo usar. Pero vuelvo a pensar en que no es justo, porque yo no pedí nacer. Yo merezco una vida mejor. Y quiero salir a buscarla, pero no puedo. No es tan fácil.

Esta noche, me he cansado. Estoy muy triste y mejor me voy a la cama.

Con amor siempre,

A.