12.12.2012

Perdido

—Sé que aparenta estar bien. Finge que todo lo que ha ocurrido no le afecta, pero yo sé que miente. Lo he escuchado llorando en el baño, en su habitación, la cocina, la sala... En todos los lugares de la casa. Ayer dejó abierta la puerta de su habitación y yo pasaba por ahí. Lo vi. No tenía intención de espiarlo. Él no se dio cuenta, por supuesto. Pasé más de un minuto observándolo. Tenía la mirada perdida en la lejanía, como si estuviese buscando algo. Quizá busca la felicidad. Quizá está tan desesperado como yo lo estaba hace tiempo. Temo por él. Apenas habla con papá y conmigo. No come. No duerme bien. No ve televisión. No escucha música. No sale. No hace nada. Solo está allí, pero sin estar realmente. ¿Si me entiendes?

—Sí.

—Soy consciente de que se está consumiendo... y quiero ayudarlo, pero no sé cómo. ¡Mi hermano se está perdiendo y no sé cómo ayudarlo!

—¿Por qué no hablas con él?

—Lo negará. Estoy segura que no querrá hablar. Dirá que todo está bien.

—¿Y si está tan desesperado como para hablar contigo? 

—No lo sé.

—No lo sabrás hasta que lo intentes.

—A veces siento que mi hermano no quiere ser salvado.

Recuerdo esa conversación a menudo. Yo tenía razón: él no quería ser salvado. 

Y no fue salvado. 

3 comentarios:

Escúpelo, que dentro te hace daño.