1.20.2020

Por si acaso

Tuvo que haberle hecho caso a su madre. ¿Acaso no le había advertido que era arriesgado?

-La película terminará a las 7 más o menos, no es tan tarde – dijo sin darle importancia. -Y el cine está cerca. En cinco minutos estoy acá de vuelta.

Su madre no dijo palabra alguna, pero realmente había querido decirle que no fuera. Sabía que lo único que quería era protegerla, pero ya estaba harta de no hacer cosas por miedo. Recordaba que en su adolescencia era peligroso salir por la noche, pero las cosas se habían puesto tan malas que ya era peligroso salir a plena luz del día. Y su mamá no paraba de recordárselo cada vez que quería salir a comprar unas condenadas galletas a la tienda. Ni siquiera se trataba de andar en malos pasos. No, eso había quedado para tiempos mejores.

Eran tiempos peligrosos para todos, pero más para las mujeres.

En muchas ocasiones su madre le había dicho que no saliera tan tarde. ¡Eran las seis!

Que no usara faldas tan cortas. ¡Estaban a la altura de sus rodillas!

Que no provocara a nadie. ¡Era una blusa de encaje!

Que simplemente tuviera cuidado. ¡Siempre lo tenía!

Podía escuchar la voz rasposa de su madre, diciéndole una y otra vez todo lo que debía o no debía hacer para mantenerse a salvo. Pero tal vez no era ella quien debía escuchar, si no los hombres que la seguían desde la salida del cine.

¿Cuándo iba a parar? Es que ya no había momento o lugar que la mantuviera a salvo.

Solo faltaba una cuadra más para llegar a casa. ¡Y no había luz!

Tal vez la conversación con su madre había sido la última. Tal vez debió despedirse con un beso.

Su mente le decía que corriera, pero sus piernas no respondían. Los escuchaba reírse atrás y cada vez estaban tan cerca. ¿Y si la violaban? ¿Y si la herían? ¿La torturaban? Era imposible no pensar. Su respiración, cada vez más pesada, le hacía sentir que su pecho estaba ardiendo.

La oscuridad de la calle la tragó poco a poco, donde no había nadie, más que ella y su terror. El sudor frío que le congelaba las extremidades y la pesadez del aire, ése que no podía respirar, eran sus fieles acompañantes.

Un beso. Debió haberle dado un beso a su madre antes de salir. Debió haberle dicho que la amaba.
Debió haberle dicho que la buscara.

Colocó las llaves entre sus dedos, solo por si acaso.




Esta recopilación participa en el Reto anual: 12 meses 12 Relatos 2020 organizado por
De aquí y de allá by TanitBenNajash

1 comentario:

  1. Estos textos son tan dolorosos, porque independientemente de si te hayas inspirado en ti, en una conocida o no, es una realidad que a muchos nos golpean.

    Es horrible vivir con miedo, que muchas "maldigan el ser mujer", que se nos culpe o juzgue a nosotras por el simple hecho de ser víctimas.

    Sé que muchas personas están haciendo un llamado a vestirte como quieras, por ejemplo, y lo entiendo, pero en algún nivel a muchas aún nos da algo de temor. Y en este punto me detengo, porque es importante jamás culpabilizar a una víctima por ser víctima. Te dejo una entrada de hace unos 3 años hablando al respecto: https://angusnous.blogspot.com/2017/07/cuando-gritamos-la-consiga-niunamenos.html

    Saludos.

    ResponderEliminar

Escúpelo, que dentro te hace daño.