5.13.2011

Sin Rencores

Alguien gritó desgarradoramente.
-La chica está muerta -sentenció alguien más.
La pulcra blusa de la muchachita se mojaba en la caliente sangre, escurría en el piso, formando un enorme charco oscuro.
-¡Nadie se mueva! –gritó el hombre joven. –Que nadie mueva un dedo o sino… los mataré a todos.
Elí miró al muchacho que sostenía el arma asesina, el arma que la había condenado a la muerte. El joven, a quien muchos reconocieron como  Javier, había irrumpido en la Universidad con el plan de acabar a quienes le habían menospreciado. El joven, invisible entre el montón de estudiantes había sacado aquella pistola y apretado el gatillo con un solo movimiento. Elí había gritado al mismo tiempo, al ver la pistola. Desgraciadamente, la bala había ido directamente a su pecho.
-¡Elí! –gritó otro muchacho, amigo de la chica que descansaba en el suelo.
-¡No te muevas! –gritó Javier, apuntándole.
-¡Estúpido! ¡La has matado!
-¡Déjala! –gritó Javier al ver que el muchacho de cabellos oscuros y ondulados se acercaba. –Déjala. Ella es mía.
Todos estaban aterrados. Solo Miguel era el único valiente, tonto y estúpido como para enfrentarse a aquel loco.
-Elí, Elí –murmuró Miguel.
-Te dije que la dejarás –gritó de nuevo y esta vez, disparó.
Otro coro de gritos y llantos.
Miguel recibió la bala en la pierna, provocando que cayera al suelo, gimiendo de dolor.
Javier se puso en acción, se suponía que después de todo había ido allí para eso. Así que disparó otra vez, acertando.
Javier observó como el cuerpo de la muchacha se resbalaba por la pared, donde segundos antes había estado acurrucada; el rastro de sangre en la pared…
Los profesores, que habían salido a trompicones de sus aulas esperaban acabar con aquella horrible situación. Pero… ¿cómo hacerlo?
-¡J-Javier! –gritó la Profesora Gabriela. –Hijo… po-por favor, deja la pistola. –Pidió. –Todo se arreglará, ya verás que si…
-No me llame hijo, porque no lo soy. No me diga que todo estará bien. –Javier sudaba, Javier estaba harto.  Entonces hizo algo que no planeaba, algo que se le había pasado por la mente pero que jamás había imaginado, lo haría en publico.
-¡JAVIER! – gritó aquella profesora. -¡NO LO HAGAS!
Pero ya era muy tarde. Javier había jalado el gatillo de nuevo.
Los alumnos gritaron cuando vieron la sangre y pedacitos de una masa extraña, salpicar el cuerpo de Elí.
Ahora estaban aquellos tres cuerpos, inertes, sin ningún rastro de vida.

-Era necesario. No podía vivir sin ti –murmuró Javier.
-No te preocupes, Javi. Ya todo estará bien –y la muchacha le tomó de la mano. Caminaron, mientras  los ángeles descendían como si fueran humo, humo y polvo suave, que formaban espirales y girones que se solidificaban formando cuerpos sólidos.
Ángeles y más ángeles descendieron de la nada. Uno de ellos, con el cabello rubio cenizo, de una hermosa sonrisa torcida, les miró profundamente.
-Bienvenidos a la otra vida. –Y lideró el camino que ambos compartirían.
El ánima de la otra chica asesinada, partió con otro ángel y sin rencores, dedicó una sonrisa a Javier, a su asesino.


2 comentarios:

  1. Una buena forma de iniciar una nueva vida.

    Aunque me dejaste algo confusa... lo menospreciaban, ¿pero Javier estaba enamorado de Elí? O algo así xD

    ResponderEliminar
  2. Oh, una vez soñé con algo asi, fue tan, no se como describirlo, de alguna manera hermoso y sádico.
    Esto me recordo mi sueño, tiene muchas similitudes, e igual, fue hermoso y sangriento. Genial.

    Mel
    XX

    ResponderEliminar

Escúpelo, que dentro te hace daño.