5.18.2011

Los cinco reinos

Cuando los dioses crearon el mundo, quisieron que las criaturas que en un futuro vivirían en él, fuesen vigiladas por otras, mágicas e inmortales, brillantes e inteligentes: las estrellas. Ellas vigilarían en todo momento a los humanos, les ofrecerían esperanza y alumbrarían sus vidas como pequeñas luces titilantes, pero las estrellas estaban dolidas, porque aunque gozaban de ser servibles a los humanos, no podían vivir como ellos. Las estrellas deseaban amar, tener aventuras, poder tener descendientes.
Y juntas, se enfrentaron  a los dioses, exigiendo una vida digna. Fue entonces cuando el Dios Mayor les dijo que debían esperar el momento indicado para poder dejar una semilla en el mundo, esa semilla sería especial como ellos y brillantes como ellas. Y así lo hicieron, las estrellas partieron esperando el momento indicado.
Cientos de años después, cinco hombres sobresalientes deseaban un poder máximo para gobernar la tierra, adquirir riquezas y demostrar su valía frente al resto de los humanos. Los hombres viajaron hasta  el Templo de los Cielos y allí, hicieron un ritual para ponerse en contacto con los dioses. Cuando estos hubieron bajado, los cinco hombres hicieron su petición. Pidieron cinco mujeres delicadas, gráciles, que completaran sus destrezas; mujeres que pudieran darles hijos perfectos.
Los dioses aceptaron con una condición: que pudiesen implantar un poco de ellos mismos en esas criaturas. Los cinco hombres, deseosos de que sus descendientes fuesen aun más perfectos, aceptaron la condición. Y en ese momento, las cinco estrellas más brillantes descendieron de los cielos, iluminando todo el mundo. Aterrizaron con polvos brillantes, en ráfagas de humo colorido. Eran justo lo que ellos deseaban: esbeltas, brillantes, con un perfil que denotaba mandato.
La que sobresalía más tenía los ojos color verde bosque y el cabello rojizo, que recordaba los atardeceres de los mundos; la más inteligente llevaba el cabello negro como la noche sujeto por un hilo de oro; la más joven sonreía al ver cumplido su sueño, sus cabellos color café oscuro volaban alrededor de ella, embelleciendo su delicado rostro, sus ojos estaban dispuestos a todo, valientes; la más inocente observaba con sus ojos dorados e intrépidos a los hombres, eligiendo al que más le satisficiera; y por ultimo, la mayor, madre de las estrellas, observaba con sus ojos violeta cómo los hombres estaban embelesados con sus hermanas. Fue entonces cuando ella sonrió y atrajo sus miradas, cuando hubo escogido a quien sería su pareja, terminó de ejercer su don.
Cada una de ellas se unió al hombre con el que era más compatible y fue de esa forma en que los cinco hombres decidieron repartirse las tierras del mundo; cada uno con su respectiva estrella,  partió hasta el lugar en que gobernaría.

Y es así, como se construyeron los cinco grandes reinos: Dhiusanghí, Daraídhe, Nuktaé, Estardhiusth  y Volerhot.

2 comentarios:

  1. Ay, Ana, me quedé así !O_O!
    Tenia mucho tiempo de que quería saber un poco más de Nuktaé, nos tienes tan a dieta. Aunque entiendo que no es fácil...

    Pero disfruté mucho este pedazo, en verdad. Me ha encantado. Espero poder disfrutar un poco más de Nuktaé en otro momento.

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  2. Ana eso fue hermoso, en serio, es realmente magico, me encanto!!

    Mel
    XX

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Escúpelo, que dentro te hace daño.