10.25.2011

Ahógate

Una débil voz decía en su mente: “ahógate”. Pero él no le hacía caso. Era mejor omitirla, fingir que no estaba allí. “Ahógate, deja que el agua inunde tus pulmones…,  deja que tu corazón se detenga…”. En cambio, el muchacho se quedó flotando allí, dejando que el agua moviese su cuerpo en un vaivén relajante. Era fácil dejar que el agua lo condujera, pero era difícil también el no poner un alto. Él no era quien ejercía la fuerza sobre el cuerpo, era el agua la causante de aquello, la culpable.
 La voz volvió a decir “ahógate”. El susurro ya no existía, había cobrado fuerza aquella voz, su voz. “Ahógate de lo que desees y no del agua que te han impuesto. Ahógate”. Quería hacerlo. Deseaba dejar de fingir alguien que no era, deseaba ahogarse en sí mismo, en su verdadero yo. ¿Pero y si fallaba? ¿Y si, sin importar cuánto tratara de ahogarse por acción propia y no por el capricho del agua, no podía lograrlo? ¿Y si ya era demasiado tarde para intentar moverse por sí mismo?

“Ahógate, deja que el agua inunde tus pulmones,
Déjate llevar por el instinto, lucha por tus sueños,
No te rindas. Deja que tu corazón se detenga de felicidad.
Ahógate de ti, no de los demás”.





Quizá ya era el momento, entonces él… se ahogó.



1 comentario:

  1. e.e' Pense que no se ahogaría. ¿Que les ha dado por ser tan trágicas :O? Aunque me gusntan estos pensamientos en ocasiones peco de feliz ._.

    Quiero a Rodri de regreso ho hare huelga t.t

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Escúpelo, que dentro te hace daño.