¿Eres real?

Querido amigo:

Esta noche quiero contarte una aventura muy literaria que tuvo lugar en la mañana de hoy. Resulta que tuve que hacer un mandado  y tomar un autobús. Bueno, estuve parada en la esquina de la cuadra, esperando el transporte público y cuando por fin llegó, (ya me dolían los pies) le hice la parada y subí. Pagué, esperé el cambio, pasé a lado de una señora que iba a bajar y tomé asiento. Sí, mientras hacía todo eso, logré ver a un chico de cabello chino,  tez blanca y con un-no-sé-qué que me atrajo. Me dediqué a observarle por el reflejo que me ofrecía un cristal oscuro… y entonces… ¡Oh, cielo santo! No solo era atractivo (para mis gustos nerds) sino que también ¡era demasiado parecido a un personaje que había creado! ¿Qué? ¿Cómo? Sí, así. ¡Lo juro por la cicatriz de Harry Potter! Era mi querido Sergio André Sepúlveda de “Esquirlas de Cristal”.

La tez blanca le iba bien. Tenía un cuello delgado, con algunos lunares. Sus ojos eran oscuros, al igual que su cabello chino y revuelto. La ropa que llevaba era un poco grande para él, pero lo hacía encantador a mis ojos. Llevaba los auriculares en las orejas y movía la boca, cantando en silencio. Estoy segura de que cantaba la canción que sonaba en el autobús, una de Black Eyed Peas de la cual no me sé la letra. Y entonces, seguramente mientras babeaba, él me echó un vistazo también. Y yo… desvié la mirada. Me debatí internamente: hablarle o no hacerlo.

“Hola. Me llamo Ana Arcia y hace algún tiempo hice un personaje… ¡y juro, por los pantalones bombachos de Merlín, que eres muy parecido a él!”.

“Hola, soy una loca desquiciada. No sé si eres real… pero… ¡ah, cásate conmigo! Por favor, te lo ruego. Es que eres tan parecido…”

“Hola.” (…)

Obviamente. Me decidí a no hacerlo. ¿Qué iba a decir? ¿Cómo se aborda a un total desconocido en el bus? No, no tengo experiencia en eso. Y pienso que no la tendré jamás. De regreso tuve un bajón terrible en mi autoestima: ¡si serás estúpida! Era la encarnación de tu personaje y no le hablaste. Tonta. Estúpida. Idiota. Babosa. Ñoña. Tarada. (…)

Como sea, eso fue lo que sucedió. Y me he tenido que desahogar con alguien. ¿Qué opinas tú?

Adiós.