Leslie era su hogar

Quizá era el lugar o los recuerdos que le traían. Quizá era él. Quizá eran sus sentimientos hacia una chica que ya no estaba a su lado. Quizá extrañaba a Leslie más de lo que debía. Pero cómo olvidarla si ella había sido la persona más importante de su vida.

Jess observó el arroyo, cerró los ojos y se perdió en el sonido del agua fluyendo. Un sonido tan relajante. Un sonido que le hacía desear ser parte del todo, ser parte del mundo y solo existir, sin hacer tantas preguntas.

No es que estuviese enojado con la vida. No es que estuviese decepcionado o harto de la situación. No. Simplemente se preguntaba qué habría pasado si Leslie no hubiese partido a otro lugar aquella tarde.

El crujido de una rama le hizo abrir los ojos rápidamente. Escuchó más ruido del otro lado del arroyo, así que decidió ir en busca de la fuente. Atravesó el puente que había construido hacía más de un década. Una idea loca le cruzó por la mente y sonrió ante ella:

Leslie, esperándolo en Terabithia.

Jess se sintió libre y comenzó a correr por el bosque que seguía intacto. Y mientras se entregaba a su alma, mientras dejaba que sus pies corrieran como habían corrido cuando estaba con Leslie, juró que siempre regresaría allí, porque Leslie era su hogar.