10.03.2012

Oceáno de lágrimas

La oscuridad es tan aplastante ahora que no estoy seguro de poder volver a ver mañana la luz del sol . No sé por qué ocurrió, hace más de un año, que empecé a ver la vida de una forma distinta. Ya no había paz en mí. La felicidad iba y venía, siempre dejándome moribundo. Dejé de ser un chico bueno. Ahora ya no hay notas altas en las boletas escolares ni nuevas canciones naciendo en mi habitación. Mis manos se han quedado mudas, ya no pueden hablar a través de la música. Supongo que había logrado mantenerme estable de esa forma, combinando notas y cantando, dándome la oportunidad de expresarme. Las melodías eran mi montículo elevado en el que podía estar a salvo, rodeado de un mar de lágrimas. Un mar creado por el agua que ha abandonado mis rojizos ojos.

Me estoy volviendo loco aquí en mi habitación. El piano y las partituras no me ayudan. Así que comienzo a destruir todo, a dejarlo descompuesto como mi alma. Salgo, comienzo a correr por la calle, atrayendo miradas indeseadas. No importa ya. No importa si piensan que estoy loco porque de hecho, lo estoy. Me siento frío por el sudor y el aire, pero no tiemblo por eso. Un montón de preguntas que ya he hecho al universo vuelven a poblar mi mente: ¿Por qué? ¿Por qué yo? ¿Por qué a mí? ¿Por qué sucede esto? ¿Por qué soy así? ¿Desde cuándo me volví de ésta manera? ¿Por qué no puedo dejar de sentir dolor? ¿Qué está mal conmigo?

El cielo está oscuro ya, las nubes cargadas de lluvia lo vuelven color rojo. Las luces de la ciudad iluminan a las personas al pasar por los postes de luz, pero no a mí. Mi camino sigue siendo oscuro y mi océano de lágrimas, tempestuoso. Tropiezo y caigo. Algunas personas me observan y una voz me pregunta si estoy bien. Asiento. Entonces ella se acerca y me tiende una mano. La tomo, tratando de hacerle ocupar la menor cantidad de fuerza posible. Ella sostiene tres pequeños y ajados libros con su otro brazo. Quizá las letras sean su salvación, como la música lo era para mí.

-Oye, ¿cómo estás?

Sus ojos color miel me observan, son bonitos y llamativos, dorados como la luz del sol que no volveré a ver.

Emito un sonido extraño, indescriptible. Me rompo frente a ella. No importa nada ya. Es una extraña y está allí, hablándome, tratando de tranquilizarme.

-Cuando te pregunté cómo estabas, lo decía en serio. Puedes hablar conmigo.

¿Por qué actúa ella de ésta forma? Es como si me conociese desde hace años, a pesar de haberme visto por primera vez hace solo unos minutos. Quizá solo es amable. 

No puedo evitar temblar ni sollozar, las lágrimas caen una tras otra. Mi alma ha estado rota durante tanto tiempo que ya no tengo esperanza alguna de poder pegarla y dejarla como nueva. No creo poder sobrevivir.

-Háblame.

Mi océano de lágrimas aumenta de nivel. Ya no estoy a salvo, ni siquiera un poco. Pero digo:

-Estoy bien.

No puedo llegar más lejos. No quiero ser salvado, porque cualquier intento no servirá. Ya no existe la salvación para mi alma. Por eso dejaré mi montículo de piedras y arena, me hundiré en mis lágrimas.

Me ahogaré ésta noche. 


3 comentarios:

  1. sdkjgsklg Noo! Que le hable a la chica! No te ahogues sdlgkslg D:

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  2. Me gusto mucho, realmente se siente su desasosiego.

    Te espero en los próximos retos <3

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Escúpelo, que dentro te hace daño.