2.10.2018

A mi hermana, una carta no entregada

Mi querida hermanita:

Soy mejor expresándome con palabras escritas, así que por eso te escribo esta carta. Por favor, léela. Tu hijo está dando vueltas en una silla de rueditas, mientras yo estoy escribiendo esto. Amo a ese niño, tanto como te amo a ti y a las niñas. No creas, ni por un segundo, que después de todos estos años, dejé de amarte. Quizá dejé de hablar contigo, pero de quererte jamás.

Temo decirte esto, pero de todos modos lo haré. Amarte significa sufrimiento. Me duele verte sufrir. Y aunque no lo demuestre, me duele demasiado. Tengo un nudo gigantesco en la garganta porque lo que más quisiera es protegerte y cuidarte tanto como tú me quieres y me cuidaste a lo largo de los años. Porque sé que aún me quieres, aunque ya no hablemos ni nos abracemos ni nada. Sé que me quieres, a tu propia forma.

Y siendo honesta, quisiera llevarme muy bien contigo. Y platicar, pero últimamente siento que no tenemos cosas en común. Y también me da miedo hablar contigo porque sé que tenemos formas de pensar muy distintas y que probablemente lleguemos a chocar en cualquier tema. Pero esto no es demasiado extraño. No creas que no me molesto con mamá, papá, o mis demás hermanas. De hecho, a veces no sé cómo dirigirme a una de ellas porque puede estar de malas. Peleamos el 24 de diciembre. Y yo lloré enfrente de ella y ella pareció que no le importó nada. A veces mi mamá también se molesta conmigo, igual que papá y los demás. Así son las familias.

A veces las cosas cambian y está bien. A veces los lazos se deterioran, pero no significa que todo está perdido. Cada quien tiene sus propios problemas. Supongo que lo importante es lo que hacemos para seguir adelante.

No me voy a meter en tu vida. No puedo tomar decisiones por ti respecto a tu pareja.
Pero lo que puedo decirte es que mereces a alguien que te quiera, que te valore, que aprecie el hecho de que te levantes temprano para ir a trabajar, para pagar las cuentas, para pagar un terreno que se convertirá en una casa. Una persona que agradezca por la vida de sus hijos, porque fuiste una parte indispensable de eso.

Nunca dejes que nadie te diga que no vales, que no eres hermosa, que no tienes opción, que tú eres la culpable de todo. Porque no eres nada de eso. Y cuando digo nunca, sobre todo, no te permitas decirte a ti misma esas cosas.

ERES HERMOSA, SIEMPRE LO HAS SIDO Y SIEMPRE LO SERÁS.
Y nadie debería hacerte sentir como lo contrario. Nadie. 

Te querré siempre, incluso si no apruebo tus desiciones. 
Con amor, 
A. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Escúpelo, que dentro te hace daño.