Cartas a Harry

La esquina en la salita, en alguna pequeña ciudad de México.

Querido Harry:

Hoy tengo una tos del demonio que me impide escuchar bien. De hecho, ya tengo dos días sufriendo este mal en compañía de un montón de pañuelos. –Sin mencionar mis momentos histéricos en los que no puedo dejar de toser- .

Mi mamá dice que no hago nada en todo el día, mi padre me echa una de esas miradas humeantes –estilo Tío Vernon- y mis hermanas se quejan de que soy la pequeña consentida. Oh, Harry, como quisiera huir en estos momentos. ¿No tendrás un poco de Polvos Flu que me regales?

Para colmo de mis males, son vacaciones y estoy más aburrida que una ostra solitaria en el fondo de un charco (el mar es demasiado bonito). Así es como me siento y comienzo a pensar que si Hermione estuviera aquí, ya me habría dicho: “Esto es porque tienes tu nivel emocional del tamaño de una cucharilla de te”. Con ese estilo tan propio de ella, adorable y fastidioso a la vez.

Así que me esta tarde, escribiré un montón de cartas. Quizá de esa forma consiga que alguien me saque de este hoyo.

Adiós, Harry.

Pd: Dale muchos besos de mi persona a esos chiquillos tuyos, tan adorables. Y saluda a la Sra. Potter, también.

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