Soñar no cuesta nada. Levantarse duele.

Soñaba que estaba en algún lugar con una gigante tienda/librería. Tomaba libros y más libros. No sé si los ponía en algún carrito o si lograba sostenerlos todos con los brazos. Ése tipo de detalles no se quedan grabados en mi memoria. Sólo sé que estaba emocionada por tener tantos libros. Ah, que delicia. Que bien se sentía. Sé que era una tienda comercial o algo así, porque era gigante y había comprado tantas cosas que se me habían olvidado algunas. Regresaba y encontraba las puertas cerradas, hablaba con una mujer que me impedía el paso -me echó la bronca la muy desgraciada-  y cuando exliqué mi situación me dejaron pasar. Tomé una iguanita de plástico y una chancleta, pero no estaba segura de si la había pasado o no, entonces no la saqué. (extraño eso de pagar y volver a meter la mercancía, olvidarla y que te dejen sacarla así sin más)

No recuerdo más.

Me he levantado.  He sonreído, me he alegrado. Pero también me he frustrado al darme cuenta que no podré autoregalarme libros en estos meses. ¡Sacrilegio! Bueno, solo me queda esperar a comprar tantos libros en un día futuro.