11.18.2011

Vacilante

Tenía algo en su pecho, algo que la impulsaba a hacer una locura. Detestaba su realidad, detestaba cómo todo había cambiado, incluso llegaba a pensar que se detestaba a sí misma. Aquella voz, su voz, le decía: “Toma el dinero que tienes, dos mudas de ropa,  un libro, algo de valor emocional, algo que quieras llevar contigo por siempre. Abre la puerta, con mucho cuidado, para que nadie note tus pasos, y lárgate. Cuando llegues a la esquina de tu calle, voltea. Mira el lugar que te contuvo, mira el lugar al que volvías cada día sin mucho ánimo. Dile adiós  a aquella casa que jamás pudo llamarse hogar. Llora, si quieres; después sonríe, es algo que no puedes dejar de hacer. Estás a punto de partir, estás a punto de comenzar de nuevo. Lo pasado es pasado, ahora tienes un futuro por delante, tu hoja está en blanco, comienza a escribir tu historia. ” Pero estaba la otra voz, que le decía que no podía hacer aquello. Era una locura. “Sí, es una locura, pero te liberará. Si las cosas salen mal, podrás volver”. Eso dolía en el pecho, era lacerante. Tenía que omitir aquel dolor. Si lo que necesitaba era ser libre, vivir, pero lo que quería era quedarse, entonces debía decidirse. Quiero lo que necesito. Vacilante, hizo lo que su voz le había dicho. Lo exactamente igual. Cuando terminó de ver aquella simple casa, se dio la vuelta y sonrió.
“Dio el primer paso indecisa, pero con una sonrisa en sus labios. Lo intentaría. Todo estaría bien”. Así comenzaría su historia. Su nueva vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Escúpelo, que dentro te hace daño.