Un día me desperté tan feliz, pero tan feliz, que salí de
casa y corrí por las calles vistiendo aún mis pijamas de lunares coloridos. No
me importó lo que pensaran los demás. Solo fui yo y esa sensación de felicidad,
de gritar y brincar, de decirle al mundo: ¡¿Qué diablos?! ¡Soy feliz, váyanse al
carajo!
Después me desperté y lloré de frustración, porque no podía
gritarle eso al mundo.
Sí que podés : Podés salir al mundo con tus pijamas de lunares coloridos, y gritarle a todos que se vayan al carajo. Después de todo, qué importa? :)
ResponderEliminarEso, lo que dijo la chica de arriba. Que se vayan al carajo.
ResponderEliminar