Nuestra
creación comienza con una simple línea: las
estrellas estaban celosas de los ángeles.
Ambos
pertenecían al cielo, pero las estrellas eran criaturas malvadas que habían
sido condenadas a la inmovilidad en el manto celestial por los actos atroces de
los que habían sido autoras en el pasado. En cambio, los ángeles siempre
protegían a los humanos y preferían dar sus vidas al rescatar almas. Para
ellos, la inferioridad no existía. Todos eran iguales. Todos merecían ser
salvados, buenos o malos. Y eran ellos quienes debían mantener la paz en la
Tierra.
Las
estrellas, pegadas a sus lugares y llenas de coraje, rencor y envidia, se unieron en secreto y realizaron
un complejo encantamiento bidireccional para desterrar a los ángeles del cielo
y lograr ser móviles de nuevo. Todo al mismo tiempo. Y lo hicieron.
Así
fue como ellas pudieron moverse nuevamente, aunque no con la misma velocidad que
en el pasado; ahora se sentían un poco más libres. Además, estaban orgullosas
de poder decir que eran las absolutas dueñas del manto celestial. Su egoísmo
era lo que las mantenía vivas y el dolor que pudo haber existido en sus núcleos
ardientes se convirtió en placer. Placer puro y satisfactorio al ver a los ángeles
desterrados.
Y
así fue como en vez de agua, aquella tarde llovió una inmensa cantidad de
plumas de diversos tamaños y colores: platas, oscuras, doradas, broncíneas, lilas
y de muchos otros. Los ángeles intentaron
aceptar su nuevo destino: proteger a los humanos desde la Tierra. Mientras
discutían para llegar a un acuerdo sobre la forma más viable para adaptarse a
la vida terrestre, las plumas se les adhirieron sobre los hombros y se
escondieron tras sus ropas. Los ángeles pronto se dieron cuenta de que no eran
puros, que ahora había algo humano en ellos.
Con
horror y dolor, muchos notaron que ya no existía paz entre ellos; comenzaron a
discutir y se dividieron según el color de sus plumas, porque parecía que aquella
similitud les ayudaba a alcanzar fácilmente un acuerdo.
La
mayoría de los ángeles se mantuvieron leales al juramento que habían hecho para
proteger a los humanos tanto como fuese posible. Algunos, prefirieron largarse
y fingir que eran humanos para tomar una decisión mucho tiempo después; otros,
se escondieron, deseando olvidar su pasado angelical; unos cuantos, cegados por
la rabia de no reconocerse más como ángeles puros, se volvieron criaturas tan malvadas como las
estrellas y desgarraron las gargantas de los humanos.
Así
fue como fuimos creados.
Ángeles, de todo tipo.
Awwww que lindo :O me enantó annie ¨:3
ResponderEliminarHola linda :)
ResponderEliminarMe has dejado sin palabras =o Eso ha sido precioso, soy una amante de los hermosos ángeles, me encantan *-*
Besoss
De tus mejores textos, me parece. Ay, ya ni se, me han encantado muchas cosas. Pero te has lucido esta vez.
ResponderEliminarWow. Just Wow.
ResponderEliminarMe fascinó, estuvo estupendo x3
Besos :3
Es simplemente genial!
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