8.14.2011

El bosque encantado


Los pájaros cantaron al bosque, parecía que aun con todas las penas que veían a diario su felicidad jamás se desvanecía. Pajarillos que revoloteaban sobre sus nidos, alimentando  a sus crías con los últimos rayos de sol estaban tremendamente felices. Habían sobrevivido otro día…

Las hojas secas crujieron a los pasos de la chica de ojos bicolores, uno morado, otro verde; llegaba al Bosque Encantado, donde las criaturas mágicas cobraban vida al soplo del Señor Vientofeliz, que con sus ondas hacía bambolearse las ramitas de los árboles… Llegaba a aquel lugar en el que era simplemente ella, una muchacha diferente entre un montón de criaturas diferentes, así que no era una chica diferente en lo absoluto… era normal.

Ella sonrió a los pajarillos, a las ardillas que saltaron de rama en rama asustadizas, las muy pelusillas, a ambos lados de aquel estrecho camino anaranjado y pardo. Aquella sonrisa tuvo efecto en las criaturitas del bosque, aquella sonrisa detuvo el sonido del agua del arrollo y modificó incluso el clima.

Era tiempo muerto.

Tiempo muerto entre los miles de tiempos.

Solo tiempo muerto. Muerto, muerto, muerto. 

¿Acaso lo único que podía hacer era dar muerte a la vida?

Se aborreció de nuevo. Volvía a ser diferente.

Los animalitos yacían en el suelo, habían caído con golpes sordos… ya partían a otro mundo, un lugar mejor. Y la chica de ojos bicolores solo se quedaba en Nuktaé, temiendo asesinar a la vida…



La chica se detuvo en esa línea. Saboreó aquel divino lugar, aquellas palabras que la transportaban a esa nación mágica.

 ¡Cómo amaba aquel libro! Es que era increíble lo mucho que se parecía a la protagonista, era como si ambas hubiesen sido extraídas de la misma esencia, de la mismísima alma. No es que tuviese ojos bicolores, ni su cabello cenizo o la complexión delgada y un tanto desgarbada, pero se parecían tanto en alma. Ambas eran inseguras, ambas eran diferentes al resto, ambas esto y el otro, ambas… Sí, ambas.

Y ése libro, con su increíble portada de lazos dorados, que sujetaban aquel aparato extraño llamado risco, que tenía forma de flauta y estaba adornado con símbolos extraños grabados en los alrededores de cada orificio que expulsaba  Polvo Colorido. Quería un risco, solo para ella. Un risco poderoso que  revelara al Bosque Encantado y que trajera consigo al Señor Vientofeliz. Quería ser normal entre aquellas criaturas, así como era normal entre el grupo de Fans Nuktaenianos al que pertenecía, que irrumpía en la librería solo para ser los primeros en leer la cuarta entrega de aquellos libros cronistas.  Quería sentir que pertenecía a aquel lugar… 
incluso cuando matara todo aquello que tanto había anhelado.

La chica derramó una lágrima al darse cuenta de que jamás, jamás, podría ser normal en la realidad… Tampoco habría un Bosque Encantado ni las hojas secas crujirían bajo sus pies preocupados. Piececitos preocupados.

Solo le quedaba continuar leyendo, continuar imaginando que sería parte del Bosque Encantado.




2 comentarios:

  1. ya lo habia leido .u.*-* y me gusto mucho :D
    es mejor perdernos en los libros(-8!

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  2. Yo igual ya lo había leído. ¡Jajaja! Es hermoso y tu BLOG también va embelleciendo.

    Like It!

    :D

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Escúpelo, que dentro te hace daño.